Editorial

2 de abril: Día del veterano y los caídos en la guerra de Malvinas

Comunicado de la Junta Militar N° 12: “La Junta Militar comunica a la Nación que se ha completado la toma de las Islas Georgias del Sur, al tomar posesión las fuerzas propias del asentamiento inglés en Grytviken. Con este hecho, todo el archipiélago, compuesto por Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, se encuentra bajo soberanía Argentina”, parece que aún lo escucho, parece que fue ayer.

Los chicos entraban y salían de sus casas jugando, pero cuando alcanzaban a oír estos comunicados, se hacía un profundo silencio, todos rodeaban la radio o el televisor para poder saber  “cómo íbamos en la guerra”; una lágrima se le escapaba a algún adulto que se unía para escuchar mejor,  pero luego se reponía porque según el informe “estábamos bien, seguro ganábamos”.

Al menos todos los que por ese momento éramos niños pensábamos  que las lágrimas eran por eso, con los años entendimos que significaban mucho más, los demás  sabían que estábamos siendo parte de una masacre sin sentido.

Recuerdo como si fuera ayer cuando se juntaban cosas para enviarles a nuestros soldados… que orgullo y que alegría al pensar que ropa, alimentos y cartas estaban viajando para hacerlos sentir más acompañados.  Cuánto dolor se experimentó  cuando supimos que todo eso nunca llegó y que “los niños” que habían mandado a las islas luchaban con los peores enemigos: el miedo y la soledad.

Seguramente nuestro recuerdo difiere mucho del de aquellos que realmente vivieron esos días de horror, en lo único que realmente se parece es en el sentimiento de Patria que por aquellos días se sentía, porque si hay algo que siempre nos identificó como sociedad es  esa capacidad de unión ante las situaciones extremas.

Pero si bien existía esa unión y ese acompañamiento, se pueden comprobar grandes diferencias al hablar al menos con uno de los hombres que formaron  parte de aquella gesta heroica. La realidad  nos pone de frente a importantes contrastes que existen entra nuestro pensamiento civil y el de aquellos que, más allá de que no fueron formados para lo que se enfrentaron, siguen insistiendo en que las islas son nuestras y que volverían a defenderlas si fuera necesario…. Cuanto valor, cuanto patriotismo, cuantas diferencias…

Todo afirma que son nuestras

Son muchas aspectos que se conjugan para afirmar que  Islas Malvinas son argentinas; aspectos geográficos, por su proximidad al continente, administrativos porque luego de la Revolución de Mayo de 1810 los derechos de España fueron transferidos a Argentina; históricos, porque hay datos de que los navegantes que transitaron por el lugar fueron en su mayoría españoles, sin embargo Argentina está tratando de recobrar su soberanía desde el año 1833 que fue el momento en que Gran Bretaña realizó la usurpación del lugar violando un claro derecho internacional.

Si bien la mayoría de los datos hablan de una clara pertenencia de las islas a nuestro país y sabemos que aquellos soldados fueron a defender con orgullo lo que sabían les pertenecía, dudo mucho que hoy realmente sea ese el motivo de mayor peso. “Las Malvinas son argentinas” es la frase, el título, el cartel, la estrofa que recorrió y recorre nuestras mentes desde aquel 2 de abril de 1982, sin embargo insisto en dudar sobre si  este sea el motivo de máxima importancia.

Esto nos importa… seguro que sí, pero lo que más importa es que  más de 600 jóvenes murieron y a otro tanto se le dio la espalda durante mucho tiempo, que en realidad es otra clase de muerte… mucho más dolorosa quizás.

“Los soldados no mueren en la guerra, mueren cuando el pueblo los olvida” manifestó un soldado del sur argentino y ese  pensamiento recorrió las redes sociales por estos días, junto con gran cantidad de imágenes que hablan por sí solas; nosotros como pueblo venimos realizando un profundo ejercicio de la memoria durante esos 9 días que nos separan entre el 24 de marzo y el 2 de abril de cada año, fechas que están ligadas por el dolor, y el terrorismo de estado;  cada vez somos más los que cada 2 de abril nos obligamos a recordar, a enaltecer y a idolatrar a aquellos que entregaron todo por la Patria, guiados por un puñado de inexpertos  en una realidad plasmada de errores políticos, de inexperiencia militar, y de egoísmo.

Hoy somos nosotros los que tenemos la obligación moral de hacer que aquello no se olvide y que nuestros héroes sean recordados con el mayor de los respetos.

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