Cultura

El ritmo de lo ancestral congrega a músicos y artistas de todo el Valle

A la historia se la puede ocultar, intentar borrarla o modificarla, pero si es verdadera y sus raíces son profundas, tarde o temprano, resurge con autenticidad pura. Tal es el caso de lo que sucedió con la que comprende a los esclavos negros que constituyeron la principal mano de obra en la estancia jesuítica de Alta Gracia, que posteriormente se convirtió en un centro agrícola, fabril y ganadero. Los esclavos negros que en sus orígenes habitaron la ciudad, trabajaron en la construcción de edificios, en la herrería, en el molino, produjeron vino, hornearon ladrillos, fabricaron muebles y carretas y además –también- estaban a cargo del servicio doméstico.Pero tanto el esfuerzo como los maltratos y la violencia ejercida sobre ello solía quedar de lado cuando a modo de consuelo y en búsqueda de la liberación se manifestaban a través de la música y la danza.
Desde hace varios años, tanto en Alta Gracia como en toda la zona del Valle de Paravachasca, sobre todo haciendo eje en lugares como Anisacate La Bolsa y Los Aromos, la revalorización de la cultura afrodescendiente viene incrementándose a partir de una multiplicidad de actividades musicales y artísticas que buscan reivindicar esas costumbres de los negros esclavos. Pero sobre todo volver a escuchar y tocar esos sonidos que la historia oficial -con su impronta europeizante- se encargó de relegarlas durante muchos años a través de la invisibilización sociocultural.

Los tres mundos del candombe
Más allá del tiempo que hace que la comunidad del tambor se viene reuniendo, la mayoría coincide que uno de los mayores impulsos fue la realización en Alta Gracia, en octubre del año pasado, del 10° Encuentro Nacional de Candombe (Ver recuadro). “Como consecuencia de eso nace la comparsa Toqueloqué en la que participamos alrededor de 15 personas”, apunta GoloGarbi y añade: “Pero en Córdoba el candombe empieza a desarrollarse desde hace muchos años de la mano de una de las comparsas más antiguas que se llama Los Duendes del Parque. Ellos se encargaron principalmente de difundirlo y algunos que somos del interior fuimos a los talleres que ellos daban y hemos aprendido a tocar”.
Los Toqueloqué se juntan todos los miércoles en el predio que pertenece al ferrocarril detrás del Registro Civil y antes de comenzar el ensayo realizan el ritual de encender un fuego para templar los tambores. Este procedimiento es como una forma de “afinar” el tambor ya que el calor ayuda a tensar el parche para que el instrumento se vaya ajustando al timbre que busca su ejecutante.
“Adoptamos este género porque el candombe es música del Río de la Plata lo que hace que nosotros estemos comprendidos dentro de ese movimiento. Alta Gracia tiene una particularidad y es que todas los edificios jesuíticas fueron construidas con mano de obra esclava de negros, lo que hace qué los que somos nativos de esta ciudad tengamos un interés particular esos ritmos”, manifiesta GoloGarbi y explica:“El candombe es un género donde confluyen patrones rítmicos entre tres tambores que es la lógica general que tiene los tambores de origen africano porque cada uno representa el mundo de los vivos, el mundo de los muertos y el mundo de los dioses”.

Una música espiritual
“Es una música que nace de lo espiritual y de la necesidad de cantar para soportar los castigos. Estas expresiones vienen de lo tribal y por eso los tambores con su vibración generan un movimiento interno que produce mucha conexión entre la gente”, describe Rubén Cejas director del grupo Las Víctimas del Tambor. Cejas llegó a Alta Gracia desde Buenos Aires en diciembre del año pasado y en enero ya había conformado el grupo al que lo integran de manera variada alrededor de 12 personas. “Ahora estamos haciendo un formato de música afro cubana que la particularidad que tiene es que son todos instrumentos de percusión con voces”, reafirma Rubén Cejas que al ser profesor indica que en el grupo hay muchos que se iniciaron como sus alumnos.
Otro de los integrantes de Las Víctimas del Tambor, es José “Pepe” Quiñones que es nacido en la provincia de Chaco y hace varios años que vino a estudiar música y composición a Córdoba. “Al ritmo de los tambores yo lo comparo con un fuego al que se le apagó la llama pero quedaron las brasas. Y ahora, de a poquito, todos estamos soplando ese fuego para que vuelva a dar calor”, expresa. Por su parte, Eva Gibert llegó a esta zona desde la lejana Usuahia hace 14 años. “Estaba viajando y cuando pasé por acá me atrajo mucho la movida cultural y la diversidad de gente que hay”, informa y expone: “Por más que seamos de diferentes lugares nos estamos encontrando en situaciones iguales entonces tenemos que empezar a romper estructuras y nos podemos comunicar a través de la música”.
Los más chicos del grupo son Andrés De Moura (Demo) y Felipe Di Mario que se define como “altagraciense de toda la vida” y además indica que en lugares como Anisacate “hay una movida muy grande porque mucha gente salió de la ciudad y se fue estableciendo ahí y trajo traen consigo todo un bagaje de música o de arte en general”. En cambio Demo se re remonta a su adolescencia y señala que “comencé a conocer los tambores en la feria que se realizaba en la plaza y empezamos a tocar candombe siempre de oído con unos amigos”.
Por último y en cuanto a la elección del nombre del grupo Rubén Cejas contó que “para aprender un patrón rítmico hay que saber cantarlo. Entonces un día estábamos cenando en la mesa y empezamos a hacer onomatopeyas de cada golpe de tambor y en un momento a mi compañera se le ocurrió decir que nosotros éramos víctimas del tambor. Y ahí nos dimos cuenta que ése era el nombre que buscábamos; porque justamente es así. Nos consideramos víctimas del tambor”.

El día que Alta Gracia se llenó de candombe
El domingo 9 de octubre de 2016 fue un día histórico para Alta Gracia porque esa jornada estuvo colmada de candombe, color y mucho ritmo en casi toda la ciudad ya que se llevó a cabo el 10º Encuentro Nacional de Candombe. “Nunca dejaron de sonar los gordos tambores del candombe. Hace ya varios siglos. Desde que los hermanos negros llegaron esclavizados desde el otros lado del océano a levantar los viejos muros de Alta Gracia”, comenzaba el relato de la convocatoria y de la tradicional “Llamada de Candombe” en la que desfilaron acompañados del baile más de 700 tambores desde el arroyo Chicamtoltina hasta la Estancia Jesuítica.
El gran encuentro de candombe superó ampliamente las expectativas en cuanto a participación y espectadores y formó parte de una serie de actividades que se realizaron durante esa semana que tuvieron la intención de visibilizar la cultura afro, cultura que tuvo gran presencia e importancia durante los orígenes de Alta Gracia.

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