Editorial

Las sensaciones se transformaron en realidades: Caminos cruzados, verdades encontradas

Podemos decir que las sensaciones son impresiones que se producen en la mente por medio de los sentidos; es decir que podemos vivir diversas sensaciones a lo largo de nuestra vida, constantemente, a cada minuto.

Si nos abstraemos y pensamos seguramente coincidirán conmigo en que no debe haber una sensación más fuerte que la del miedo; y más complicado es aprender a vivir con ella. Mal que nos pese, debemos reconocer que aprendimos a vivir con miedo, lo aceptamos y modificamos conductas.

Cerramos y controlamos todo varias veces, miramos para atrás cuando caminamos, no frecuentamos zonas que “se dicen” peligrosas, desconfiamos y esa… debe ser otra fea sensación, ¿no? Desconfiamos de todo y nos volvemos escépticos ante una realidad que escapa a la razón.

Seguramente estarán pensando que me refiero a una sensación que se vive en otra ciudad, lejana de aquí y catalogada como “zona roja” en cuanto a seguridad pero… desgraciadamente hablo de ésta, nuestra ciudad. Una ciudad que se esfuerza por surgir pero se está manchando lentamente con los defectos urbanos.

Cabe señalar que hay en todo esto un hecho curioso, y una importante disyuntiva. Si la inseguridad es catalogada como sensación y por ende minimizada por las autoridades, ya que no se trata de una verdad absoluta sino de una «sensación colectiva», una percepción no comprobada diferente a la realidad; porque razón entonces se tomó una decisión tan importante como remover los Jefes de la Departamental Santa María hace sólo algunos días? ¿Fue ésta una decisión basada sólo en sensaciones? Evidentemente le llegó la hora a las sensaciones y dejaron de ser algo sin importancia, ahora, al parecer, modifican direcciones de gobierno, ¡en fin!

Alta Gracia tiene un promedio de 3 arrebatos, al menos 1 robo calificado (es decir atracos con armas) por día sin distinción de zona, ni horario (aclaro que estoy siendo optimista) y como cifra negra se puede destacar que sucedieron 5 homicidios en los últimos 6 meses. Si bien entendemos que muy temprano para reclamar cambios, también sabemos que nuestros tiempos son muy diferentes a aquellos que toman las decisiones.

A nadie escapa que estamos frente a una verdadera crisis en materia de seguridad pública; desde hace bastante tiempo se ve que las autoridades toman medidas paliativas en el tema, sin embargo las emergencias se hacen notar. Si bien hay cuestiones que se pueden entender debido al efecto social global, existen otros aspectos que se explican esencialmente por la falta de respuestas adecuadas.

La realidad nos pone de frente a un aumento considerable de hechos delictivos y un aumento significativo en la violencia de ellos; además el incremento de jóvenes delincuentes con una edad que va de los 10 17 años promedio hace magnificar la brecha de una falta real de políticas sociales que no sólo se soluciona “con más efectivos en la calle”

Hace algunos días un importante representante de la justicia local manifestó (off de record) que la policía ejerce dos funciones fundamentales: prevención y represión; sobre el tema aclaró que hasta el momento sólo lleva adelante de manera prudente la segunda función, mientras que la primera tiene un déficit del 80%.

Hablar de seguridad no significa hablar sólo de policías y justicia, significa hablar de relevamientos adecuados, contención (no dádiva), y educación en todos los niveles. Permítanme aclararles que no intento alarmar, sólo comparto información que la mayoría conocemos, que vivimos a diario y que estoy segura no va a aumentar bajo un efecto dominó porque se manifieste públicamente.

Frenar la inseguridad, el consumo y venta de droga y la delincuencia infantil es una materia pendiente que, a mi humilde entender, está todavía lejos de algunas decisiones tomadas en base a insignificantes “sensaciones” que sólo hace equivocar el camino, cruzarlo y encontrarnos de frente con verdades por demás preocupantes.

 

Claudia Fernández

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