Editorial

Verdades refutadas y peligrosos vaticinios. El grito de la lechuza

En mi corta andadura por el camino paralelo a la política no me creo en condiciones de cuestionar determinadas actitudes, pero sí (y esto es un acto de audacia digno de realizar en el mes de la mujer) me siento capaz de refutar humildemente varias afirmaciones sobre los orígenes de la palabra política y su entorno.

Sepan disculpar mi “mala educación” al intentar desmentir verdades tan arraigadas socialmente y justificadas científicamente, pero creo que ya es hora de rever ciertas cuestiones ante la veracidad de los hechos. Quizás faltó estudio para establecer algunos aspectos, quizás faltó tiempo, quizás faltó que aquellos que la determinarán conocieran un poco el entorno inmediato en el que hoy estamos insertos, quizás… sólo sea una cuestión de superación genética del ser humano; pero no me voy a meter en temas tan específicos que seguramente no voy a poder decretar.

Contradicciones históricas

No es verdad que política sea un conjunto de acciones encaminadas a gobernar un estado, autonomía, ciudad, etc., un quehacer ordenado al bien común; la negativa podría basarse en una gran cantidad de justificaciones, sin embargo sólo me voy a limitar a traer a la memoria algunos hechos que hacen a lo cotidiano… nuestra ciudad está pidiendo a gritos algunos cambios, no sólo a nivel obras (lo que se llama comúnmente “lavada de cara”) sino transformaciones más profundas en relación a direccionamientos políticos que generen compromiso, lealtad, toma de decisiones.

La histórica categorización se ve superada por este nuevo sistema de hacer política donde la no acción y la improvisación se adueñan de los proyectos. Tenemos amistades que superan los compromisos, hechos relevantes negativos que nadie justifica coherentemente, Secretarías que nadie direcciona, personalidades que se atreven a mostrar sus necesidades más básicas sin temor a un pedido de informe, números que no cerraron, no cierran, ni cerrarán que tampoco nadie justifica, Áreas que ya no existen y son muy necesarias para la ciudad, intervenciones sociales que no se frenan y que no se
solucionan y una autoridad ausente.

“El ojo del dueño engorda el ganado” dice un tradicional dicho popular, parece que nada es más cierto en estas circunstancias.

Por otra parte es importante subrayar que no es cierto que los políticos sean una clase. Esa afirmación deviene del sociólogo y político italiano Gaetano Mosca por la cual afirma que históricamente hubo una minoría dominante, y eso señores… tampoco tiene que ver con los políticos que yo conozco.

No puede ser dominante alguien que no está, tampoco puede ejercer el control aquel que “deja hacer” y mira para otro lado, mucho menos puede guiar aquel que no proyecta. Sobre este punto hay que hacer una advertencia importante, “la gula” de algunos puede provocar importantes cambios, mucho más inminentes de lo que creemos, tengamos en cuenta que para ciertas personas los pecados capitales no significan grandes faltas.

Por último me atrevo a aseverar que existe un error habitual en pensar que las personas que consiguen resultados significativos son gente “especial”, dotada de talentos innatos, nada más lejos de la realidad. Son gente como cualquiera, pero que sí agrupan una serie de características particulares que se encuentra al alcance de todos. Trascender en la historia tiene que ver con actitudes y con acciones; siempre que de acción inmediata se hable, porque “el dejar pasar” el tiempo puede dar lugar a que se cumplan algunos vaticinios, se lleven adelante las supersticiones o se consuman las creencias… todo puede pasar… hasta el grito de la lechuza.

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