Cultura

Descubrir la vocación por la pintura después de los 80 años

Adelma Ferretti ahora tiene 85 años. Dedicó toda su vida a cuidar de su familia, en las buenas, como mamá y en las malas, frente a las enfermedades de varios familiares. Cuando sus hijos eran aún chiquitos dedicó años a aliviar a ayudar a su papá en una larga enfermedad. Luego un tío y finalmente su marido y compañero de una vida. Y así se le fueron los años y uno de los sueños que tenía guardado se fue postergando, una y otra vez. Hace dos años atrás, cuando ya no le quedaba nadie a quien cuidar, “Dita” como la conocen todos, empezó a pintar y ahora las paredes de su living lucen sus obras, de colores alegres, como la mirada de ella.

¿Cómo se dio que pudiste agarrar finalmente el pincel?
Me invitó una sobrina mía, porque iban a una clases con otras chicas. Me sumé y me entusiasmé. Al final no quedó ninguna, no tuvieron constancia y quedé yo sola. La profesora empezó a venir a mi casa y desde ahí no pierdo una clase. Solo en verano cuando hace demasiado calor. Mi profesora, Claudia Gagliardi viene una vez por semana, con una paciencia infinita. Y se me ríe, porque dice que mientras estoy pintando un cuadro, ya tengo los próximos dos en la cabeza.

Un sueño que tenías guardo hace mucho…
Siempre quise pintar, pero jamás pude. Por mis hijos, demasiado chicos, mi marido enfermo, mi padre y así, se fueron los años. Hace poco se me dio la oportunidad y mis hijos me animaron mucho, así como toda mi familia, incluyendo la de mí marido.

¿Cuánto tiempo le dedicás?
Pinto todos los días, un poco; un par de horas cuando puedo. Atiendo mi casa primero, pero a la siesta me pongo acá y pinto.

¿Cómo elegís tus cuadros? Te sugieren algo, te limitás o te animás a todo?
Yo elijo lo que me gusta pintar. No hago cualquier cosa. Los imagino, y luego los hago. Amo los paisajes, pero experimento también con otras cosas. Me gusta mucho Da Vinci y Salvador Dalí y ya me voy a animar a hacer una réplica de alguna obra de ellos.

Y todos te salen bien…
(Se ríe) Hay que tener paciencia, porque los cuadros no salen así como si nada. Se hacen en varias clases, por ahí cinco. O a veces más de dos meses. Con mucha dedicación y calma uno va viendo que ese cuadro toma forma y los colores son los que uno quería.

¿Siempre fuiste paciente?
Sí. Me gustaba mucho tejer. Hago centro de mesa con cinco agujas y si tengo un tiempito con cualquier retazo creo algo. Pero no sabía que podría pintar.

Cuándo te diste cuenta de que podrías?
Empecé dibujando sobre telas trapitos viejos. Un día se me puso en la cabeza que quería hacer una hortensia y cuando ví lo que había que hacer me pareció difícil ¿ Cómo me irá a salir eso. Pero lo hice y e salió. Entonces luego de una telas más sentí que podía hacer los cuadros, primero con acrílicos y luego con óleos y todo lo demás. Son un poco caros, soy jubilada (se ríe).

Todos tus cuadros son alegres…
Porqué me gusta verlos, tenerlos cerca. Por eso son alegres, como yo. Además me gusta regalarlos.

¿Qué tenés pensado hacer ahora?
Mi próximo cuadro no será un paisaje. Me estoy imaginando a una bailarina, con su tutú y los brazos elevados.

“Lo conocí al Che cuando tenía 12 años: era un churro divino”

Escuchar a Dita hablar de su pasado es como entrar a dar un paseo en la historia de la ciudad, de la mano de y desde los ojos de una mujer común, que todo lo relata con alegría y aneédoctas divertidas.
Como la de aquella tarde cuando pasaba por el Alto y los vio e Ernesto Guevara : “ Él vivía ahí cerca. Yo habré tenido unos 12 años. Él estaba sentado en una tapia, mientras los otros jugaban al fútbol. Se ve que por la enfermedad no podía jugar. Yo pasaba por ahí y él me dijo: “¡Cuidado! No le vayan a pegar a esa señorita tan linda”. Como yo ponía cara de seria y era odiosa, él me dijo que era una lástima que una chica tan linda tuviera una cara tan enojada. Era tan hermoso, era un churro divino!”
Dita además fue socia fundadora del Cine Sierras Monumental y allí estuvo esa famosa noche del sábado 4 de diciembre de 1954 cuando se exhibió “Marianela” con Olga Zubarri y José María Gutiérrez.
Así como fue una de las primeras en asociarse del Círculo Italiano, junto con su papá, don Ferretti, inmigrante de Milán. Dita cuenta las asociación que funcionaba a dos cuadras de la sede actual y había actividades todo el tiempo “sobre todo íbamos allí a bailar pero era difícil sacarme a mí, porque siempre andaba rodeada por mis hermanos”.También había muchas reuniones y grandes comidas: “Se juntaban las mesas y todas las familias comíamos juntas”.

Mostrar más
 

Noticias Relacionadas

Comentarios:

Botón volver arriba