En Alta Gracia hay lugares que no se miden por metros cuadrados, sino por recuerdos. Lugares donde el tiempo parecía detenerse, donde la luz del cartel iluminaba una rutina que hoy sentimos lejana, casi mágica. DVD Cinema Paradiso fue uno de esos rincones: un refugio para cinéfilos, para familias, para vecinos que crecieron entre estantes llenos de historias.
Después de 14 años en la ciudad, llegó el momento que nadie quería: el videoclub decidió cerrar su local físico. Y hoy, en un gesto que también es despedida, todo el material en DVD está en liquidación. Una última oportunidad para llevarse un pedacito de esa memoria que nos acompañó tantas noches.
RESUMEN dialogó con Juan Pablo Bassola, quien contó que la decisión de abrir un videoclub en la ciudad no fue casual. En aquel tiempo existían varios locales en la zona, incluso dos en la misma avenida. Sin embargo, lo que los diferenció desde el primer día fue una forma de trabajo basada en compartir el amor por el cine y escuchar a los clientes.
“Yo siempre fui fan del video club, era una cita obligada de todos los fines de semana en mi niñez y adolescencia”, cuenta Juan Pablo.
Con los años, el videoclub se convirtió en parte de la vida comercial del barrio norte y también de los pueblos cercanos. La Dalinger creció como arteria comercial y el local acompañó ese movimiento, ofreciendo no solo películas, sino un ritual compartido: entrar, mirar, preguntar, elegir. Algo tan simple y tan profundo que marcó a toda una generación.
Entre sus estantes se consolidaron amistades, charlas e historias inolvidables. Para Juan Pablo, el videoclub nunca fue solo un trabajo: fue parte de su propia vida. Y aunque muchos clientes fueron y vinieron a lo largo de los 14 años, recuerda con cariño a todos los que confiaron en su criterio para recomendarles la película justa. “Tal vez no somos un algoritmo, pero siempre intentamos indagar en qué quería ver el cliente que entraba por la puerta”, dice.
El público de Alta Gracia tuvo siempre un tridente ganador: infantiles, acción y terror. Esos géneros fueron los más alquilados y hablan también del espíritu de la ciudad: familias compartiendo, jóvenes buscando adrenalina y cinéfilos queriendo asustarse un rato.
Pero sostener un videoclub en tiempos de plataformas fue una batalla diaria. “No se puede competir con las plataformas”, reconoce. Aun así, lejos de rendirse, decidieron adaptarse: buscar las películas y series que no estaban disponibles en tal o cual servicio, abastecer aquello que la fragmentación del streaming dejaba afuera. Esa brecha lo sostuvo durante años.
Hoy el cierre tiene una razón concreta: después de más de una década, el local baja su persiana. Todo el material en DVD está en liquidación, como una última oportunidad de llevarse un pedazo físico de esa época que ya no vuelve. Pero la historia no termina: Cinema Paradiso continúa en modalidad online, a través de sus redes sociales y WhatsApp, donde seguirán ayudando a encontrar esa película que alguien esté buscando.
A los vecinos que pasaron, eligieron, rieron, crecieron o simplemente entraron alguna vez a mirar tapas, el mensaje es claro:
“Gracias por confiar, gracias por acompañarnos, gracias por ser parte de esta hermosa historia que hoy solo cambia de forma, pero continúa. Solo es cuestión de saber adaptarse”, expresó Juan Pablo.
Una era se despide de la Dalinger. Una generación entera la lleva para siempre en la memoria.
