El pasado viernes por la tarde, luego de 48 horas de servicio de agua resentido en la mayoría de los sectores de la ciudad, todo indicaba que la tan ansiada y apurada sustitución del caño maestro de la calle Barbeito había llegado a su fin. Pero todo explotó, literalmente, junto al malestar de la gente.
Crónica de los “imprevistos”
El 11 de julio, en horas de la mañana se produjo la ruptura del caño maestro ubicado entre las calles Barbeito y Lucas V. Córdoba. Si bien la información llegó casi al instante, y se aclaró que no habría corte de servicio, horas después desde distintos barrios comenzaron las quejas por la falta de suministro. En horas de la tarde, del mismo día, a través de videos de prensa, llegó la información acerca de la envergadura de los daños y de las obras; y la promesa que el servicio se restablecería durante la noche.
Pérdidas y anuncios
No pasaron ni diez días desde este arreglo, cuando nuevamente llegó el alerta de una enorme pérdida de agua en el mismo lugar “Cuando me lo dijeron, estaba temeroso que el arreglo que habíamos hecho se hubiera roto; que otra vez estuviera perdiendo en el lugar. Cuando llegamos y destapamos, vimos que los trabajos realizados estaban bien y que la ruptura fue unos cinco metros más abajo”, declaró en aquel momento el titular de Cosag, Ennio Mazzini, consultado por Resumen.
Mazzini había adelantado además, que con esa nueva rotura, quedaba claro que la cañería de todo el sector estaba totalmente afectada y además no tenía bien hechos los anclajes. Por eso mismo, se planificó una obra que apuntara al remplazo, por etapas, de un tramo de unos 50 metros de cañería. Se encargó la pieza en la ciduad de Córdoba y la finalización de las obras tal como especificaba el cartel que se ubicó a los pocos días, estaba prevista para el próximo 11 de agosto.
La antigüedad del caño, el derrame de agua de días anteriores que aflojó los anclajes, y el tránsito fluido en el lugar por las recientes obras en toda la calle Lucas V. Córdoba , habían sido los factores determinantes para que los problemas salieran a la luz y determinaran medidas más efectivas.
Curvas y apuros
El pasado 2 de agosto, algo hizo precipitar la planificación de la obras. En otro tramo, a escasos metros del anterior, por un problema en una de las curvas de la cañería, el servicio se vio resentido nuevamente; las pérdidas volvieron y, aunque la pieza nueva no estaba lista, se decidió proceder al inmediato remplazo. “Las curvas se han hecho utilizando la elasticidad que tienen los aros de goma que unen caño con caño, y evidentemente, esta cañería que tiene más de cincuenta años, está colapsando”, acotó Mazzini. La población afectada empezó a perder la paciencia, por una desconfianza generalizada, no sólo en la “mala suerte” de la que se habló desde el equipo técnico, sino también por cierto retraso y hermetismo en la comunicación, que se manifestaba con un cierto ping pong entre Cosag y la Municipalidad.
La “explosión”
Todo hacía pensar que la colocación del nuevo caño (que había tenido que finalizarse a las corridas en Alta Gracia) había llegado a buen puerto durante la tarde del viernes 3 de agosto. Mientras todos los ojos estaban concentrados en la tubería maestra de 600 mm, el que falló fue el caño de 2 pulgadas y media que, como un ramal se dirigiría a otra zona de la ciudad. Se abrió, empezó a perder agua y a inundar toda la obra.
Lo que nadie se esperaba, era que, debido a la inundación y la consiguiente falta de firmeza del terreno, hicieran que el caño maestro se soltara de repente subiendo a flote como un globo de aire debajo del agua, explotando y llenando de piedras y barro a funcionarios, técnicos y operarios.
¿Fatalidad?
El hecho se transformó sólo en un susto, que por suerte no significó ningún daño a personas. “Una fatalidad” dicen de Servicios Públicos; “un imprevisto”, asumen desde Cosag; pero en las obras públicas, no debería haber ni fatalidades ni menos imprevistos. Algo, no anduvo, algo no se calculó o se previó debidamente.
La zona quedó inundada y con distintas bombas se procedió al secado por horas y las actividades pudieron ser retomadas sólo al día siguiente. El malestar de los vecinos ya había llegado a niveles de descontento quejas y descreimiento.
Cosag, junto a distintos contratistas trabajaron en la colocación de los caños, y el cementado de la zona, ayudados por personal municipal. Todos estuvieron bajo presión por más de 12 horas para cumplir con su enésima promesa: el agua debería volver por la noche en una obra que, entre un imprevisto y otro, ronda el millón de pesos; según estiman desde Cosag.
Esta vez se tomaron más recaudos, había unos cuantos ingenieros expertos en tema, y unos cuantos otros “asesores” y “veedores” de distintos rubros. El caño se cementó con una enorme cantidad de hormigón, luego de haberle colocado una válvula de escape, que, por más de 40 años, no habría sido necesaria pero, gracias “a la fatalidad”, se delató su ausencia en ese largo tramo.
Videos tras videos, llamados tras llamados, a las 20 horas ya el ambiente mostraba cierto alivio, las caras habían cambiado. Lo que tardó en cambiar fue el humor de la población, que pide a los gritos más inversiones, más obras y sobre todo, más confianza. Mazzini, en tanto; y molesto por las polémicas de trasfondo político afirmó: “Los que más sufrieron, fueron finalmente los que menos se quejaron”.
Memes, videos, redes sociales y campaña
Los “memes”, que vinculaban la falta de agua a las recientes obras municipales en los accesos, no se hicieron esperar. Así como no pasó desapercibida la presencia del Concejal Morer en la calle Barbeito, minutos después de la “explosión” con la casi simultánea publicación en su Facebook, donde lamentaba la mala noticia. El oficialismo habló de “bajezas”, devolviendo las acusaciones luego de la reciente embestida por el caso Bonfigli en el Concejo. Lo que quedó claro, es que tanto los memes fotográficos cómo los videos, vinculaban la gestión de Torres (usando de blanco a Poletta con sus últimos “chiches” en las rutas), a la problemática de la falta de agua, y despertaron una catarata de reacciones entre los usuarios. El ex concejal y ahora candidato por Somos, Rodrigo Martínez, también aprovechó la contingencia del furor de las letras “AG” del ingreso y el caño dañado, para largar una asociación de ideas muy de campaña electoral. Si bien, por un lado, Servicios Públicos debería establecer mayor control sobre los contratistas, tampoco se puede hablar de una responsabilidad municipal absoluta sobre este hecho puntual. Más allá de las publicaciones y videos que estuvieron presentes mientras duraban las obras del día sábado, Mazzini tuvo firmes a su lado a Poletta,y a los concejales oficialistas, Agazzi y De Nápoli; los ediles radicales, en tanto, ya habían desaparecido del lugar, mientras la campaña seguía desde las redes.