El grupo Gesto Solidario trabaja con los vecinos mas carenciados

Ladrillos, cemento, cal, arena, palas, mates, charlas, energía y mucha solidaridad,  son apenas algunos de los elementos que utilizan desde hace cinco años uno treinta jóvenes del grupo Gesto Solidario que pertenece a  las parroquias de Nuestra Señora de Fátima y del Buen Pastor.

Con esas herramientas y con la predisposición a flor de piel para darle una mano a los que más necesitan, los jóvenes ayudan a los vecinos de distintos sectores de la ciudad a construir baños, piezas o hasta viviendas enteras con el único objetivo de colaborar con aquellas familias que se encuentran en situaciones vulnerables de habitabilidad.

Sin embargo, aclaran que no son “una empresa constructora”  más allá del hecho puntual de tener que hacer la mezcla para después levantar una pared o arreglar una cocina, sino lo que más destacan es el vínculo, el compromiso y la empatía  que se genera con los integrantes de las familias con las que trabajan codo a codo.

Un poco de historia

El que comenzó con el movimiento Gesto Solidario fue el vicario Emanuel Zambrano, después lo continuó el cura Pablo Márquez y desde hace un año y medio lo continúa llevando adelante el padre Leandro Arias. “El grupo surge como una expresión para los jóvenes y lo que hacemos es acompañar a una familia puntual durante el proyecto constructivo de su vivienda”, relata Arias y agrega: “Primero hacemos un discernimiento sobre la familia que queremos ayudar porque trabajamos con una a la vez. Entonces hacemos una misión en el barrio y después charlamos entre todos y ahí decidimos con cuál de las familias vamos a trabajar”.

Arias tiene 35 años y a pesar de haber nacido en Buenos Aires asegura que ya tiene raíces cordobesas porque a los 12 años se instaló con su familia en Río Ceballos.  El grupo tiene participación dinámica; es decir, hay muchos que participan desde sus inicios, otros que trabajan un tiempo y “también están los que se han ido”.

.A cada una de la actividad que realizan, que no tiene un tiempo determinado sino que depende de la situación o caso que decidan abordar, se la denomina ´Gesto`. “La idea es conformar un punto de encuentro para los jóvenes y  que lo disfruten. Acá la premisa es buscar un espacio  para expresar la espiritualidad de la solidaridad porque hay chicos que creen y van a misa, otros que creen  y no van a misa y además están los que no creen y son parte del Gesto.  Hay  una rica pluralidad de presencia que produce una linda apertura”, señala el vicario.

En cuanto a la realidad social que atraviesa  Alta Gracia, Arias indica que “cuando uno entra a la ciudad los lugares donde nosotros trabajamos no se ven; entonces  de alguna manera lo que queremos hacer es visibilizar realidades que parecieran que no existen. Por eso el Gesto no  consiste solamente en llegar, ayudar a construir e irse; sino que se trata de un acercamiento para i generar un vínculo permanente e intercambiar experiencias  porque en los barrios hay gente con mucho talento y queremos ayudar a potenciarlos”.

No es parte de la religión

“Nosotros no estamos cerrado a nada; la única condición para los que quieran participar es que tienen que ser jóvenes y que tengan ganas de hacer el bien. Acá no importa si sos católico o de cualquier otro religión”, asegura la arquitecta Cecilia Bupo que con 29 años es una de las que más tiempo lleva en el grupo.  “Buscamos gente que tenga algún problema puntual como por ejemplo familias con varios chicos viviendo en una sola habitación y que les hacía falta realizar una ampliación o un baño. Entonces a partir de eso se fueron eligiendo los distintos Gestos  porque hay un montón de gente para ayudar; nosotros hace ya varios años que estamos trabajando en el barrio 1 de Mayo pero antes estuvimos colaborando en otros lugares”.

Lucas Ruarte tiene 30 años, un título de Licenciatura en Economía pero se dedica a un montón de otras actividades que están muy alejadas de los números como por ejemplo las artesanías. “Yo no formé parte de la génesis pero una vez escuché lo que estaban haciendo y me acerqué porque tenías ganas de participar”. Reconoce que “vivía medio en una burbuja” y no tenía mucho conocimiento de las realidades de los barrios de la ciudad. “La primera experiencia en la que participé me impactó mucho por el contexto  de pobreza que había. Pero es una forma de conocer gente y sobre todo de enriquecerse porque me han enseñado mucho. Particularmente era nulo en todo lo que tenga que ver con la albañilería y hoy en día con lo que aprendí de plomería y electricidad me estoy construyendo mi casa”, subraya.

Por su parte, Rodrigo Álvarez, que con 23 años está estudiando Gastronomía, apunta que “no sólo hay necesidades materiales sino que también hay muchas personas que necesitan acompañamiento y ser escuchadas. Entonces cuando trabajamos en la construcción hay  otro grupo que se encarga de estar con los nenes,  y charlar con la familia porque también eso es muy importante”.

“Es hermoso estar con la personas y acompañarlas porque uno cree que viene a entregar y la verdad es que termina recibiendo”, expresa la joven estudiante de Pedagogía Social, Magalí Secondi y por último agrega: “Participo a partir de una amiga que me invitó y me encanta porque siempre quise hacer esto”.

Actividades para generar recursos

“En este momento estamos en cero pesos porque hace un mes terminamos el último Gesto en el que ayudamos a dos familias para poder terminarles sus casas”, informa el cura Leandro Arias. Por ese motivo el grupo organiza rifas y solicita colaboraciones a la comunidad que asiste a la misas. “Este es el tercer locro que organizamos y es fundamental para lograr tener un piso mínimo de dinero para poder comenzar con el próximo Gesto”, finaliza el sacerdote.

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