Cada 31 de octubre, las calles se llenan de disfraces, calabazas y niños en busca de dulces. Halloween se ha vuelto una fecha esperada por muchas familias, aunque también genera debate en comunidades con fuerte tradición católica: ¿es una fiesta pagana, una moda comercial o una oportunidad de encuentro?
Desde la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, el Padre Axel Barbero propone una mirada que combina la comprensión cultural con la reflexión espiritual. Explica que la Iglesia no tiene una postura oficial sobre Halloween, aunque en algunos lugares se cuestiona la banalización de lo macabro. “No hay una sola voz al respecto, sino una legítima diversidad de opiniones dentro de la Iglesia”, señaló.
El sacerdote recordó que Halloween tiene origen celta, vinculado a la festividad de Samhain, y que con el tiempo se mezcló con la celebración cristiana de Todos los Santos.
A su entender, el desafío actual no está en los orígenes de la fecha, sino en lo que se ha convertido con el paso del tiempo. Advirtió que Halloween se ha vuelto cada vez más comercial, perdiendo parte de su sentido simbólico y espiritual. Sin embargo, consideró que no contradice el Día de Todos los Santos, aunque puede distraer a los creyentes. “Sucede algo similar con la Navidad: el centro es Jesús, pero muchas veces nos quedamos en lo superficial y comercial de Papá Noel”, indicó.
Frente a eso, invitó a volver a poner en el centro el sentido espiritual del 1 de noviembre y destacó la importancia de reconocer la santidad en la vida cotidiana y de valorar a quienes, con gestos simples, hacen el bien y fortalecen la comunidad.
Respecto a la tradición de salir a pedir dulces, Barbero reconoció que las culturas están en constante transformación y que esta costumbre puede entenderse como un fenómeno cultural y comercial. “Ya no estamos en una cultura cristiana, y es importante reconocerlo y valorar las posibilidades que abre”, afirmó.
Comentó además que algunas comunidades resignifican la fecha desde la fe, como en catequesis donde los niños se disfrazan de lo que temen para reflexionar sobre cómo la fe en Jesús ayuda a superar los miedos.
Más allá de las diferencias de fe, Barbero subrayó que Halloween también puede vivirse como una oportunidad para fortalecer los lazos vecinales. “Puede ser un momento para saludarnos entre desconocidos, dejar de vivir en una sociedad anónima y reconocernos hermanos, aunque no coincidamos en todo”, expresó.
Finalmente, pidió evitar los extremos: “Ni pelearse contra la cultura, ni vivir ingenuamente las propuestas comerciales. Podemos aprovechar lo que acontece para crecer como sociedad, unir lazos y reflexionar”. En esa línea, consideró que esta fecha puede ser también un momento para renovar la fe y revalorizar los ejemplos de santidad que habitan en la vida cotidiana, en esas personas que, con gestos simples y solidarios, mantienen viva la esperanza y la bondad.
