La cultura de la cancelación…

La “batalla cultural” de la que tanto habla el gobierno de Javier Milei es, en realidad, la puesta en marcha de una cultura de cancelación. La práctica es palpable: “Si pensás distinto, te insultan. Si reclamás, te dicen parásito. Si criticás, te llaman enemigo”.

Para abordar la cultura de la cancelación que el Estado nacional está aplicando, es indispensable que la sociedad, desencantada de la política tradicional, comience a ver y sentir que en cada escopetazo de odio que dispara el Gobierno, la perdigonada impacta directamente o roza muy de cerca a todos. Ya no es un problema del otro: es un problema de todos.

Los jubilados son cancelados para que el “déficit cero” siga en pie como bandera libertaria. En cada hogar hay un abuelo o un padre jubilado: cancelado.

Las personas con discapacidad también son canceladas por la misma razón. La discapacidad, en sus diversas formas, existe entre nosotros y no podemos desconocerla ni darle la espalda: cancelada. Por suerte, el veto presidencial falló.

La educación, la salud, la creación de empleo, las rutas nacionales y la vivienda social son canceladas para sostener el déficit cero. Mientras el analfabetismo y la deserción escolar aumentan, el acceso a la salud pública se precariza por falta de presupuesto, y la posibilidad de acceder a un trabajo digno se aleja porque también se canceló la producción local, ahogada por la falta de créditos y la competencia desigual frente a una excesiva carga impositiva.

Las rutas nacionales fueron canceladas como parte de la política de Estado. “No más obra pública ejecutada por la Cámara Argentina de la Corrupción”, proclamaba un exultante presidente Milei en su discurso de “obra cero”, sumado a la pretensión de eliminar Vialidad Nacional. Menoscabar y descalificar desde el insulto presidencial a empresarios, políticos y sindicatos que ven la obra pública como inversión y no como gasto es, otra vez, cancelación.

No queremos quedarnos como simples narradores de desventuras. Debemos, desde la empatía, el diálogo y el consenso, reencauzar la forma de hacer política. La oposición no puede caer en responder insulto con insulto ni en elevar la intensidad del odio al nivel en el que el presidente Milei ha dejado caer la moral y la ética. Hoy más que nunca la sociedad necesita liderazgos políticos que bajen la violencia del discurso y planteen un equilibrio responsable entre Déficit Cero y Déficit Social Cero.

La búsqueda de una economía saneada es importante de sostener y, ante un presupuesto acotado, su mantenimiento debe regirse por la coherencia en la distribución de la escasez. Un país que prioriza los servicios de inteligencia y frivolidades con presupuestos millonarios mientras posterga a jubilados, personas con discapacidad, salud, educación, obra pública y empleo, posterga a toda una sociedad que le confió el manejo de la cosa pública. La deshumanización de la política, como la vivimos hoy, es la misma que padecieron los argentinos antes de la existencia del Estado de derecho.

Es importante que la sociedad entienda que debemos llamar al presidente Milei a la cordura, no desde una pretendida tacha de infamia ni desde la cancelación, sino volviendo a los valores del respeto, la tolerancia ante el distinto y la construcción nacional desde el consenso. Es momento de rediscutir un Nuevo Contrato Social, en el que las prioridades presupuestarias se definan en función de realidades sociales concretas, y no de frivolidades del poder.

Lic. Gustavo Rossi Especial para  Resumen de la Región

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