En 2016 eran apenas cinco personas: algunos murgueros, otros curiosos, todos con el mismo deseo de jugar, cantar y encontrarse. Así comenzó Mandale Chicharrón, una murga que nació desde la amistad y que, casi sin proponérselo, se fue transformando en un espacio artístico, comunitario y afectivo que hoy es parte esencial de la identidad de Villa La Bolsa.
“Crecimos de a poquito, como crecen las cosas lindas”, cuenta Salomé Sagradin a RESUMEN, tallerista de baile e integrante del proyecto. Y ese crecimiento no fue casual, fue fruto del compromiso, del tiempo y de poner el cuerpo incluso cuando no era fácil sostenerlo.
Hasta 2020, Mandale Chicharrón se movía en pequeños encuentros. Ese año decidieron dar un salto: abrir la convocatoria y empezar talleres de percusión, baile y vientos, completamente autogestivos e independientes.
Sin banderas partidarias y con un fuerte espíritu comunitario, la murga fue forjando una identidad propia, muy vinculada al territorio:
“Somos totalmente del Valle de Paravachasca”, dice Salomé con orgullo.
La propuesta no tiene límites: puede participar cualquier persona, de cualquier edad, con o sin experiencia previa. Porque la murga, para ellos, no es una prueba de talento: es un espacio de juego, de aprendizaje y de encuentro.
Cada martes, a las 19, la Plaza de la Memoria de Villa La Bolsa se llena de tambores, colores y canciones. Ahí se juntan quienes están desde el inicio y quienes llegaron este año, familias enteras, adolescentes, vecinos que se animaron por primera vez.
El clima es siempre el mismo: alegría, pertenencia y libertad.
Ahora, los ensayos tienen un objetivo especial: los Carnavales 2026, donde Mandale Chicharrón volverá a recorrer los barrios llevando música, humor y diversión a cada espacio.
Aunque la murga es sinónimo de carnaval, risas y energía, también es una forma de decir. Mandale Chicharrón trabaja cada año con temáticas socioculturales, políticas y ambientales que atraviesan a la comunidad. La fiesta convive con la reflexión. Y la alegría, con la posibilidad de nombrar lo que preocupa.
Por eso cada salida a los barrios es más que un espectáculo: es un mensaje colectivo, un abrazo comunitario y un recordatorio de que el arte también transforma.
En tiempos donde sostener proyectos comunitarios es un desafío, la murga logró algo invaluable: construir un espacio donde cada persona puede aportar lo suyo, aprender, equivocarse, bailar y sentirse parte.
Para quienes quieran sumarse
- Ensayos: martes, 19 h
- Lugar: Plaza de la Memoria, Villa La Bolsa
- Participación: abierta, sin límites de edad ni requisitos previos
- Carnavales 2026: preparativos en marcha
