El ingreso de divisas externas representa un mero salvavidas coyuntural si solo sirve para tapar brechas fiscales o calmar el dólar. Cuando esos recursos no se destinan a proyectos productivos, lo único que se genera es un espejismo que, a los pocos meses, se evapora en fuga de capitales, especulación financiera y pobreza creciente para los trabajadores. La historia reciente muestra que cada ciclo de endeudamiento sin producción termina igual: salarios que caen frente a la inflación, pymes asfixiadas y un mercado interno que se achica hasta su mínima expresión. La economía argentina necesita un rumbo productivo, no un respirador artificial para sortear una elección.
Reforma laboral
Es un error creer que una reforma laboral aislada y unilateral es la llave mágica para reactivar el proceso productivo, la modernización de las relaciones laborales debe ser consensuada y entendida desde una premisa básica: los Convenios Colectivos de Trabajo (CCT) no son un freno a la producción; son, en realidad, garantes de la seguridad jurídica en el mundo del trabajo cuando ambas partes los respetan. Representan ley para el sector.
El modelo económico y político de Milei no busca adaptar el mundo del trabajo a la nueva era tecnológica, sino reinstaurar una lógica de darwinismo social con ropaje de libertad; en lugar de repensar los CCT como una herramienta social para incorporar tecnología, inteligencia artificial y reconversión laboral, este gobierno opta por la versión más antigua del manual: ajuste, despidos y desregulación. En términos analíticos, puede decirse que el mileísmo promueve una “flexibilización salvaje 4.0”: usa el discurso de la innovación para justificar la precarización. No hay en su política laboral un diseño de transición tecnológica, sino un vaciamiento del Estado como mediador entre el capital y el trabajo. La “perversión social de su motosierra” ya no es una metáfora del ajuste fiscal, sino un símbolo de poder destructivo que corta vínculos sociales.
Su actitud de violencia empuja a la sociedad a renunciar a la búsqueda del consenso como expresión de equilibrio social, deja entrever que es, su anarco-capitalista o nada. No entiende que en el justo medio reside la previsibilidad que las empresas necesitan y la dignidad que los trabajadores merecen. El país se encamina a profundizar aún más la brecha de los excluidos. Si la reforma laboral es tomada como castigo: despidos, salarios a la baja y flexibilización de condiciones laborales, la reforma solo cierra con represión.
La política del odio
El gobierno de Milei debe comprender que los sindicatos no son el enemigo: la desocupación lo es. Cada gremio es una parte esencial de la sociedad organizada; actores que representan al colectivo de trabajadores y desocupados, llamados a consensuar el modelo de trabajo y de país que demandan los nuevos tiempos. Ese debate no se resuelve con imposiciones, sino con diálogo social, formación, reconversión laboral y un marco legal que acompañe, no que excluya. Estamos frente a un nuevo concepto de trabajo, donde la inteligencia artificial y la tecnología transforman los procesos productivos y obligan a repensar incluso la pregunta más básica: ¿qué es el trabajo?
Los 20.000 millones de dólares que ingresan debieran invertirse en proyectos productivos que generen empleo y valor agregado, no en tapar agujeros que mañana se volverán más grandes. Sin producción no hay presente, sin derechos no hay justicia, sin empleo no hay futuro.
La Argentina necesita volver a pensarse como una comunidad organizada, no como un campo de batalla entre ganadores y perdedores. El verdadero progreso no nace del recorte, sino del consenso; no del ajuste, sino del acuerdo entre quienes producen, trabajan y gobiernan con sentido nacional. La reconstrucción del país requiere un nuevo contrato social entre Estado, trabajadores y empresarios, con un mismo proyecto productivo, tecnológico y humano que devuelva dignidad y empleo.
Solo así la palabra libertad recuperará su verdadero significado: la libertad de vivir, con justicia social.
Gustavo Rossi, Secretario General Unión de Empleados de la Construcción y los Peajes del Interior ( UDI)