Un patrimonio histórico convertido en “aguantadero”

Desde hace algunos años es vox populi que los viejos hornos de cal de la calle Catamarca se han convertido en un espacio donde convergen malvivientes antes y después de cometer hechos delictivos. Si bien esto no sucede en la parte superior de los mismos, donde viven en forma permanente diferentes familias, sí ocurre en el sector inferior donde aún están en pie algunos túneles y pasadizos cubiertos de basura. Los vecinos más próximos del lugar advirtieron y denunciaron esta situación hace bastante tiempo, debido a que se convierte en un potencial peligro tanto para ellos como para el resto de la ciudad, sin embargo, todavía no hay ninguna respuesta.
Por otra parte, no se explica que ocurra en un lugar que fue declarado de Interés Municipal hace 10 años, y que hoy se encuentra en total estado de abandono. Yuyos, basura, y oscuridad son las características de un espacio histórico que hoy funciona como “aguantadero”.

Declaración
Bajo la ordenanza Nº 7146, con fecha de 16 de diciembre de 2004, los viejos hornos de cal de calle Catamarca y Cervantes de Villa Oviedo, fueron declarados de Interés Municipal debido a la historia que se guarda en ellos. “Resulta prioritario preservar un testimonio de lo que constituyó una parte importante en el desarrollo productivo de la ciudad en los finales del siglo XIX y parte del siglo XX”, rezan los considerandos de dicha ordenanza. Cabe señalar además, que una etapa importante del crecimiento de la ciudad, se dio en parte a la magnitud adquirida por la minería y sus actividades paralelas.

Recuerdos
Ya casi no se encuentran testimonios de lo que allí ocurría, solo queda un puñado de memoriosos que aún recuerda la época de esplendor de los hornos y el ferrocarril, y brindan sus dichos con una mezcla de emoción y de tristeza al ver el estado en el que hoy se encuentra el lugar.

Un poco de historia
Los hornos datan con anterioridad al año 1900. La piedra caliza luego de ser extraída de las canteras era trasladada al horno y luego de ser quemada se la transportaba mediante carros. La cercanía de la gran cantera de aprovisionamiento del Ferrocarril Central Argentino llevó el sistema de trasnporte hacia la zona de los hornos en el año 1911, permitiendo la salida de grandes volúmenes de cal, mica y berilio hacia todo el país desde el mismo lugar de su producción. Sergio de la Fuente, hijo de Gabriel “el pibe” y nieto de “Don Gerardo”, quienes trabajaban en el lugar, tiene aún algunos borrosos recuerdos sobre el funcionamiento de los hornos y del trabajo desempeñado por su familia. “Algunas imágenes quedan todavía en la memoria. Es una pena ver el lugar de esta manera, porque constituyó una importante porción de la historia de Alta Gracia”, señala De la Fuente y agrega que los últimos en trabajar en el lugar fueron los dueños de Pinturas Cremar, que apagaron la luz a finales de los años 80.

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