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El prototipo Renault 9 de Berta

El matrimonio entre Oreste Berta y Renault nació allá por la década del sesenta, cuando el “Mago” comenzó a trabajar en la división Experimental de IKA. Luego de haber preparado los Torino de Turismo Carretera y de ser el responsable técnico del equipo que fue a competir en las 84 Horas de Nürburgring, Berta fue en los años ochenta sinónimo del rombo, gracias a los títulos obtenidos en TC2000, en Rally y en Turismo Nacional, entre otros.

Semejante palmarés le daba a Oreste libertades para encarar desarrollos y proyectos técnicos con autos de la marca. Inquieto, estudioso y buscador de nuevos desafíos, a fines de aquella década Berta se hizo de un casco de Renault 9 y comenzó a trabajar sobre él. La idea inicial contemplaba poder realizar un automóvil de competición cuyo costo final fuera reducido, tratando de utilizar para ello la mayor cantidad de elementos de diversos autos del rombo, como por ejemplo el R9, el R18, el R21 y la Traffic.

El casco fue levemente modificado en su aspecto exterior debido a la incorporación de un generoso spoiler delantero que mejoraba la penetración aerodinámica, y que se complementaba con la salida del aire del capot que provenía de la refrigeración de los radiadores de agua y de aceite. En los laterales se apreciaba el trabajo realizado en los guardabarros, los cuales fueron ensanchados para cubrir las ruedas (las cuales eran de mayor tamaño) y así evitar turbulencias. Esto obligó a modificar las puertas traseras, cuyas aperturas fueron anuladas mediante soldadura, lo cual convirtió a este R9 en una coupé similar a la versión que se comercializaba en Europa. En tanto, en la sección trasera se le colocó un inmenso deflector sobre la tapa del baúl con el que se intentaba obtener una separación de las corrientes de aire inferior y superior, lo cual mejoraba el coeficiente aerodinámico del auto.

Sin embargo, la principal característica de este prototipo era la ubicación de su motor, el cual había sido colocado en posición central longitudinal, por detrás de la butaca del piloto y prácticamente por delante del eje trasero del vehículo. A diferencial del coche de calle, la tracción era trasera. Con esta redistribución de tracción y de pesos se intentaba mejorar la adherencia y la tracción. El impulsor era -obviamente- un Renault de cuatro cilindros y 2200 cc con árbol de levas a la cabeza, similar al utilizado por el R21, el R18 y la Fuego. Debido al bajo peso de este R9 (menos de mil kilos) no fue necesario recurrir a una gran preparación para obtener muy buenos valores de performance. En la parte baja del block (cigüeñal, bielas, pistones, etc) se optó por dejarlo estándar. No sucedió lo mismo con otro elementos tales como tapa de cilindros, árbol de levas, encendido y sistema de escape, los cuales, sumados a los dos carburadores, le otorgaban una potencia superior a los 200 hp.

Una vez terminado, el prototipo fue probado por Alberto “Cachi” Scarazzini en la pista del Oscar Cabalén de Alta Gracia, donde obtuvo un tiempo de vuelta dos segundos más rápido que las coupé Fuego oficiales de aquel entonces. La idea de Oreste Berta era hacer una categoría monomarca de muy bajo costo, por lo que una vez terminado el auto le presentó la propuesta a los directivos de Renault Argentina. Pese a que hubo muchísima gente que se entusiasmó con la idea, el Departamento de Marketing le bajó el pulgar al proyecto. Afortunadamente, el único prototipo fabricado quedó guardado en “La fortaleza” de Berta. Durante algún tiempo estuvo exhibido en el Museo de la Industria de Córdoba, pero luego regresó a su lugar de origen gracias a la gestión de Brian y Oreste (h), hijos del “Mago”, quienes lentamente están rescatando aquellos autos construidos y preparados por su padre con la firme intención de armar un museo. Indudablemente, este prototipo no podría descansar en un mejor lugar…

 

Adrián Vernazza /www.atodomotor.com.ar

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