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Las penas son nuestras, las vacunas son ajenas: la falta de federalismo en la distribución de las dosis

El economista y analista político Rodolfo Eiben enfoca su columna de opinión en los centros de vacunación a lo largo de todo el país y en las posibilidades que tienen las provincias más pequeñas de acceder a las vacunas.

La magra distribución de vacunas hacia el interior de Argentina, ha llevado a un estado de desesperanza en algunos centros poblacionales de importancia, dada la inexistencia fáctica esta solución, fundamental para la prevención del virus covid 19.

Los erráticos argumentos del Ministerio de Salud solo han atentado en el ánimo de la gente, promoviendo dudas acerca de si realmente el Gobierno Nacional, a través de sus mediocres funcionarios, está dispuesto a vacunar a la totalidad de los ciudadanos incluidos en los grupos más expuestos o de riesgo, o solo se trata de un vil manejo político para mostrar algún espectáculo circense, que a la postre resultará demoledor en la confianza general.

A lo largo y lo ancho del país, con la inversión económica y política de los Municipios, ya existen Centros de Vacunación con gente especialmente preparada o entrenada para esa enorme tarea, con instalaciones propias, prestadas o alquiladas. Los Intendentes de localidades de todo tamaño, realizaron anuncios y campañas para promover la aplicación de la vacuna y así inmunizar.

Todo eso, con una premisa muy importante: las disponibilidad de las dosis, que … ¡¡¡NO ESTÁN!!!

Ya algunos, preocupados y molestos se preguntan si las vacunas importadas desde Rusia, en cantidades ya mínimas y con mucho show, solo son para la Provincia de Buenos Aires, la estrella electoral del País, o si el resto de Argentina está efectivamente incluida en un cronograma con cantidades reales y efectivas.

¿Existe, efectivamente, una planificación territorial de vacunación de la población argentina, o solo es un rutilante e improvisado anuncio sin respaldo a la merced de los pedidos o extorsiones políticas de los propios?

Tal vez sería posible la ejecución de un programa de vacunación viable, si los funcionarios Nacionales del sector, fuesen profesionales aptos y comprometidos con la circunstancia de emergencia que vivimos en el país y no lacayos del poder.

No es suficiente aparecer por televisión prometiendo sesenta y dos millones de dosis como acaba de hacer el ya desestimado Ministro Ginés González García.

Y, si eso no fuera suficiente, mientras en el Interior del país ni llegan las dosis y los vacunatorios esperan vacíos, el Presidente Alberto Fernández realiza un anuncio en el que, entre otras contradicciones, oferta vacunas a Ecuador.

Vulgarmente, les están diciendo a los Argentinos del Interior que vayan a llorar al campito porque ese es el Federalismo que entienden los gobernantes y lo que se viene en adelante.

En nuestro país, y gracias a las decisiones aberrantes de quienes nos gobiernan, no solo tenemos el problema de no disponer de dosis suficientes desde Rusia, sino que tampoco aparecen las demás marcas de distintos laboratorios que ayudarían a paliar de cierta manera el déficit de producto y de logística.

Hay rumores que indican que ya no hay dinero para importar vacunas.

Rumores y pocas certezas, en las buenas y las malas, ya que jamás se nos dijo cuánto cuestan las dosis de Sputnik, ni cómo se pagaron o pagarían y menos, para cuántas en total.

Tampoco nos explicaron claramente cuál fue el problema con Pfizer, ni porque solo nos limitamos a un laboratorio ruso.

Todo eso contribuye a profundizar la famosa grieta que ellos mismos pregonan querer cerrar, porque fomentan las sospechas de lo oscuro, lo bizarro, lo ilegal y, en definitiva, lo corrupto. Y en el medio, quedan las gestiones municipales y locales con la mirada de los vecinos puesta en vacunatorios sin vacunas.

Aplicar la dosis, públicamente, a Moria Casan es el reflejo de un gobierno que hasta descree de la seriedad de sus propios procederes y dichos y prefiere show, circo y cholulaje. También en un acto de arrojo, mostrarían a Pedro Cahn vacunándose.

Por favor que Dios se apiade de nosotros y que, además, la Patria se lo demande.

Rodolfo Eiben
Abogado y Asesor de inversiones

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