Cultura

De poco sirve pintar y despintar al «burrito»…

El jueves pasado empezaron a circular por las redes fotos de la escultura de “El niño y el burrito”, ubicada en Deán Funes esquina Sarmiento, plasmada por el escultor Luis Rodolfo Ocampo y la escultora Olga Argañaraz, inaugurada en 1985. La totalidad de la obra había sido pintada con látex blanco y detalles de la montura y del sombrero, en negro.
Los lectores se dividieron en sus comentarios acerca del resultado estético, pero la gran mayoría coincidía en la necesitad de búsqueda de explicaciones y autoría.

Desde la Municipalidad, en un primer momento, afirmaron desconocer la dinámica; algo poco entendible ya que varios testigos afirmaron haber visto a un empleado municipal con uniforme dedicado a la tarea; y hasta algunos lo fotografiaron. Eso, sin considerar que en ese tramo de la Av. Sarmiento se estaban llevando a cabo distintos trabajos sobre las sendas peatonales y los cordones, con un buen número de personal involucrado.
Con el pasar de las horas, se informó a los medios que el responsable había sido efectivamente un empleado, pero que lo habría hecho por “motu proprio”. En medio de la noche se mandó a lavar la pintura, se habló de posibles sanciones que, finalmente, parece que no se tomarán.

Todo esto abre distintos debates y consideraciones. Una parte, sin duda, que es la que más encendió las redes, acerca de las responsabilidades de los referentes de cada área.
Sin embargo, si uno quiere hilar un poco más fino, habría que considerar si obras como el “burrito” o las demás esculturas están amparadas por ordenanzas y si hay un funcionario específico que responda por ellas (sin ir muy lejos, Ocampo y Argañaraz también son autores de “El Comechingón”, “Juan Nieto” y “Mujer Aborígen”; a eso se le suman otras esculturas de la ciudad, algunas de ellas del reconocido Luis Hourgras).

El organigrama actual, a diferencia de las gestiones anteriores, incluyendo la de Walter Saieg, no prevé la figura de un Director de Patrimonio, aunque parecería ser área de influencia del coordinador General de Catastro, Obras Privadas y Planeamiento, Julio Infante, quien a su vez depende del Secretario de Servicios Públicos, Iván Poletta. Para lo que se considera patrimonio de primer y segundo orden, hay leyes específicas y control.

El patrimonio tangible es algo que necesita ser actualizado con tareas de relevamiento, para incluir a nuevos edificios, fachada u obras o informar acerca del estado de aquellos que, como el “burrito”, tal vez necesiten una restauración profesional; obras muy antiguas (como algunas de claro valor en el Cementerio), más recientes o inclusive las últimas adquisiciones que nos dejó el Encuentro Nacional de Escultores.

Más allá de que el concepto de Cultura Viva busque animar a través de distintos eventos y modernizaciones a la oferta cultural y turística, el conjunto arquitectónico, escultórico y tangible de Alta Gracia sigue siendo un enorme atractivo, que tiene que ser reconsiderado año tras año y que precisa de un anclaje gubernamental claro y eficiente para no caer en manos del olvido o, peor, de la improvisación.

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