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Por qué hoy es el Día del Amigo: la historia del argentino que propuso el festejo

En el momento en que la humidad pisó la Luna, aquel 20 de julio de 1969, Enrique Ernesto Febbraro se convenció que debía ser el Día Internacional del Amigo.

Febbraro tomó lápiz y papel y escribió mil cartas que envió a cien países distintos.

Al socio fundador del Rotary Club de San Cristóbal de ciudad de Buenos Aires, que luego se radicó en Lomas de Zamora (Provincia de Buenos Aires), le respondieron 700 personas que se sumaron a la idea de dedicar un día a celebrar la amistad.

«Viví el alunizaje del módulo como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo y al mismo tiempo me dije que un pueblo de amigos sería una nación imbatible. ¡Ya está, el 20 de julio es el día elegido!», les explicó a sus destinatarios.

El hombre falleció el 4 de noviembre del 2008, pero como legado dejó también sus mandamientos para conservar la amistad: “Un amigo no aconseja, se mete en el problema, se embrolla, y ayuda al otro”, es el primero de ellos. También, sostiene que un amigo es quien “acompaña siempre: en la soledad, el dolor o la alegría”.

Además agregó una regla de oro: “La amistad es casta: si se mezcla con sexo, ya es otra cosa. Y tanto con un hombre, como con una mujer, tiene que estar fundada en el respeto”. Y aclara que un padre puede dar consejos pero que “jamás será un amigo”.

Febbraro estudió filosofía y trabajó de periodista. Dos veces fue candidato al Premio Nobel de la Paz.

En su última entrevista, brindada a La Voz del Interior, le preguntaron “¿Qué es la amistad?” y Febbraro respondió:

Es la virtud más sobresaliente porque es desinteresada de todas maneras. Una virtud que se hace notar sobre determinadas personas y que se acaba. En cambio, el amigo es una persona real, que ronca, que tiene mal carácter y que uno lo aguanta porque lo conoce. El amigo es otro cuero. La amistad es una cuestión teórica. Porque por más amistad que yo tenga en el espíritu, a la hora de mi muerte voy a necesitar seis tipos que lleven mi cajón y van a ser amigos. Y en la alegría también. Si quiero hacer un asadito en mi casa, ¿a quién voy a traer? A la gente que me quiere y que quiero».

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