Desde hace varios meses y desde que erradicaron los controles vehiculares -vaya a saber porqué- Alta Gracia se encuentra sometida a los constantes ruidos nocturnos que los jovenes- y no tanto- realizan con sus vehículos. Hablamos, particularmente, de los escapes libres.
En diciembre de 2017, en la ciudad comenzaba a multarse a todo aquel motociclista y/o automovilista que ocasionará ruidos molestos. De esta manera y mediante la aplicación de una ordenanza impulsada por la Secretaria General y de Ambiente, se solucionaría un histórico reclamo vecinal y se le ponía un freno a la «inconducta» al volante.
Lo cierto es que, en la práctica, la ordenanza daba resultados, llegándose a secuestrar unos 300 escapes libres en un periodo de cinco años; según confirmó quien hasta hace poco estaba al frente de esa área, el actual concejal Roberto Urreta.
Así mismo, todo ese alarde de la mano dura y el montaje de destrucción de escapes son cosa del pasado y se retrocedió 20 casilleros al respecto. La ciudad volvió a quedar librada al azar y nadie sabe cuál es el rol actual de Seguridad Ciudadana. ¿O si?.
En fin, la realidad es que la problemática se agudiza los fines de semana tornándose verdaderamente insoportable. El ejemplo más contundente es a las afueras de los boliches, dónde se evidencia un verdadero «recital de escapes libres» del que suelen participar más de 40 motos. ¿Seguimos mirando para el costado?.
El timón del área de transporte municipal lo tiene ahora Federico Bengolea. ¿Hará cumplir la no tan vieja ordenanza?.
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