Editorial

Argentina es mundial

El jueves 12 de junio comenzó el Mundial de fútbol “Brasil 2014”. Desde hace meses los medios de comunicación están colmados de publicidades, muchas de las cuales tocan la fibra más íntima; además se emiten reportajes a distinguidos personajes futbolísticos, se plantean interesantes análisis de especialistas, se calculan promedios, se sueña con el futuro de algunas promesas deportivas, se recuerdan hechos históricos, etc.

Emoción, ilusión, pasión y demás sentimientos están a flor de piel y se disfrutan durante 30 días, posterior a eso… los hechos vuelven a traernos a la realidad. ¿Está mal que nos tomemos un recreo? Seguramente, no. Los argentinos necesitamos un descanso, necesitamos creer y apostar en algunas cosas que sentimos que no nos van a defraudar, a pesar del resultado. Queremos ver a 11 deportistas que se juegan todo dentro y fuera de la cancha motivados por ideales y sentido de patriotismo. Necesitamos alentar, apostar, gritar y emocionarnos. Necesitamos programar las famosas “juntadas” previas a los partidos, restando importancia a todo lo demás, incluso diferencias futbolísticas y políticas. Necesitamos olvidar, al menos por algunos días las guerras de poder, las “pintorescas” declaraciones del vice presidente Amado Boudou, la creciente inflación, los problemas sociales, las internas partidarias, el déficit en la salud, la quita de subsidios, las suspensiones laborales, la inseguridad, y tantos otros temas que nos hacen vivir al borde de la cornisa diariamente.

Quizás no debería ser así y tendría que convertirse en un hecho deportivo más, cubierto de las lógicas expectativas que tienen que ver con el bagaje futbolero que traemos y sin descuidar aquellas circunstancias del día a día, pero, al parecer, la historia nos jugó una mala pasada y todo aquello que deberíamos haber corregido como país, aún no se ha logrado. Hoy, como en las viejas épocas, el Mundial de fútbol sigue siendo utilizado por el poder de turno para tapar situaciones conflictivas, para programar todo “después del Mundial”, para postergar decisiones importantes y tomar aquellas otras “que no deben ser puestas en evidencia”, en fin para gambetear, al mejor estilo Messi.

De todas maneras, y a pesar de que parece que estuviésemos viviendo un “déja vu”, nuestra ilusión está intacta. “No somos una hinchada, somos un país”, fue la frase que caracterizó al motorhome utilizado por 7 altagracienses que partieron hacia el Mundial hace algunos días… y vaya si es verdad. Argentina está colmada de buena gente, solidaria, humana, trabajadora e idealista. Gente que necesita volver a creer no sólo durante un mes cada cuatro años. Gente que, a pesar de todo, sigue dispuesta a alentar durante todo el partido.

Por Claudia Fernández

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