
¿El autor? Un jovencito dos años menor que él que en ese momento “se tambaleaba por el exceso de estupefacientes que había en su cuerpo”, según relatan los testigos.
Todo lo que circula alrededor de la muerte de Gonzalo genera dolor. El hecho en sí y las circunstancias que lo rodean; sin embargo, los habitantes del lugar descubrieron una manera de palear la tristeza: construir un santuario en el mismo lugar donde falleció. Justamente ahí, en la plaza, se erige una construcción donde aparecen fotos, juguetes de sus dos hijos, la camiseta de Boca y un cigarrillo prendido de vez en cuando.
Además, una cruz en el frente y dos más en uno de los árboles.
“Nunca está solo, siempre venimos a estar con él”, dice una de las tantas visitantes que llega, se persigna y lo acompaña un rato en un rincón que tomaron como propio y que se plasma en una plaza, en la misma plaza en la que convive el santuario, los juegos infantiles, una cancha de fútbol, el dispensario, el centro vecinal y a pocos metros, la iglesia del Divino Niño.
Las costumbres, el desarraigo de algunos y la fe de otros posiblemente transforme, tal cual sucedió en otros casos, la muerte de un joven, en un mito.
Cabe destacar que el agresor y su madre se encuentran detenidos.
“Esto no se termina acá”
Laura, madre de Gonzalo brindó detalles de lo sucedido aquel 8 de enero a RESUMEN y dijo que va a llegar “hasta las últimas consecuencias”. Escuchar su relato pone de manifiesto que lo sucedido va mucho más allá de un enfrentamiento casual y que no finaliza tras la muerte de su hijo.
“Gonzalo volvía de trabajar y se juntó con los chicos en la plaza, en eso se cruza este pibe dado vuelta de droga y lo enfrenta supuestamente por una chica con la que había estado mi hijo; pero en realidad fue porque se la tenía jurada ya que Gonzalo le había pegado varias veces porque enfrentaba a todo el mundo y vivía “pasado”. Cuando le dice “te voy a matar”, y otra vez mi hijo le hace frente, saca un arma y le pega un tiro que impacta en el cuello; a pesar de eso, Gonzalo logra sacarle el arma, empieza a pegarle trompadas hasta que la madre del asesino (Liliana Sarmiento) y otro de sus hijos (Darío) se cruzan desde su casa que está casi al frente de la plaza.
Darío agarra del cuello a mi hijo y caen los dos al piso, Liliana estabiliza a su hijo porque no podía tenerse en pie, alza el arma, se la pone en la mano y le gatilla tres tiros a Gonzalo que ya estaba en el piso; dos no salen y otro dio en la tierra.
Esto no se termina acá, todavía falta la detención de Darío ya que también tuvo intervención en el asesinato. Esta mujer tiene muchos contactos, y aunque esté en la cárcel puede seguir manejando todo”.
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