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El costo político es la principal excusa para evitar los controles

En la ciudad hay ordenanzas y decretos que se redactaron para ordenar la ciudad, para organizarla y controlar; y el tránsito no escapa a ello, ya que existen las normas que lo regulan. Sin embargo, parece que solo descansan en algún escritorio y no se las puede (o quiere) poner en práctica. En materia de tránsito, Alta Gracia es poco menos que un caos. Autos particulares, vehículos de alquiler, camiones de gran porte, motos y bicicletas circulan cuando y como quieren, haciendo caso omiso de ordenanzas y normativas vigentes. Entre todos esos protagonistas, los motociclistas ocupan un lugar casi estelar. El dato no es caprichoso, y se limita principalmente a las estadísticas en materia de accidentología, que los tiene ocupando el primer lugar. Más allá de que no haya una estadística oficial en cuanto a la cantidad de siniestros viales ocurridos en lo que va de 2016, se conoce que la cifra es muy superior a la del año anterior.
Del control al caos
Hasta diciembre de 2015, fueron habituales los controles a las motos y a sus conductores. Amparados en las ordenanzas 9246 y 9267, ambas del año 2012, los inspectores ponían el acento en el uso del casco y en la papelería del rodado. Previo a estos retenes punitivos, se llevó adelante una campaña de concientización, en la que se labraron más de 1.600 actas preventivas (no depararon multa), advirtiendo que la siguiente ocasión en que ocurriera una infracción, iba a ser sancionada económicamente y la unidad sería retenida.
En tiempos en que el crecimiento del parque de motocicletas fue muy importante, ni las advertencias ni las multas hicieron que desaparecieran las infracciones, pero momentáneamente disminuyeron por un buen tiempo. Fruto de aquellos viejos controles, quedaron en los corralones municipales más de 700 rodados de los cuales fueron retirados por sus dueños poco menos de la mitad. El resto, forma parte de la historia más reciente de subastas y remates públicos.
Pero los controles llegaron hasta fines del año pasado. Ya meses antes se había insinuado la posibilidad de “cortarlos” por motivos estrictamente electorales, pero el reingresante intendente Walter Saieg se opuso a que ello ocurriera. Es que los controles y el decomiso de un vehículo no son medidas simpáticas, y mucho menos en tiempos electorales. Con la asunción de Facundo Torres a la intendencia, la realidad es que los retenes de control desaparecieron, y un mal entendido libre albedrío volvió a ganar las calles de la ciudad.
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Las consecuencias
Una cosa lleva a la otra. El descontrol lleva al accidente, al tránsito desordenado, al enojo, a la inseguridad. Cualquiera que circule por las arterias principales de la ciudad, o que transite por sus barrios no deberá hacer mucho esfuerzo para encontrar situaciones fuera de la normativa. Motociclistas que no respetan las normas de tránsito elementales (mano, contramano, derecha, izquierda), rodados que llevan dos, tres y hasta cuatro personas -algunos de ellos niños-, ausencia de casco, son algunas de las infracciones que se pueden observar a diario. ¿Inspectores? hacen lo que pueden sin órdenes concretas y sin saber muy bien quién manda a la hora de recibir órdenes. Los horarios pico de ingreso y egreso de las escuelas permite dar cuenta de la ausencia de control en todos sus aspectos.
“La ciudad ha quedado chica y lo peor son las motos, sobre todo las de los deliverys, que por ganar unos pesos más cometen todas las faltas juntas arriesgándose ellos y a todos los demás”, opina Gastón, un remisero de la ciudad. Los muchachos del reparto puerta a puerta se quejan de los colectiveros: “Te tiran el bondi encima y no les importa nada, son pocos los que conocen las reglas de tránsito”, se defienden.
Y mientras cada uno de los actores de este teatro del descontrol dice lo suyo, se multiplican los accidentes, los servicios de emergencia reciben llamados a diario por accidentados que tripulaban motocicletas, los niños son expuestos a riesgos extremos al circular sin protección y muchas veces en rodados donde viajan muchas personas y, no podía ser de otra manera, también la seguridad ciudadana se pone en jaque. No es casualidad que los robos cometidos por “motochorros” hayan crecido en los últimos meses tanto en los barrios como en las calles princiales.
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Decir… ¿y hacer?
Hace algunas semanas asumió como nuevo Secretario General de la Municipalidad el Dr. José María González. Asumió diciendo que si bien era oficializado, conocía la función y que solo debía interiorizarse de detalles. Pues pareciera ser que los tales “detalles” o son muchos, o son más que “detalles”, porque hasta ahora, desde su despacho colindante con el del Intendente, apenas si se ha dedicado a “armar una estructura para llevar adelante los objetivos”. Una frase que suena a respuesta de cassette, a frase hecha a la que se acude cuando en realidad no hay ideas o no hay decisión política de hacer las cosas que los vecinos reclaman. Mientras González se aboca a “armar la estructura”, las motos siguen circulando sin cumplir las normas, los automovilistas estacionan donde se les place y los vehículos de gran porte hacen caso omiso al área restringida y a los horarios de carga y descarga. La vocación de armar estructuras suena a aquella famosa frase de Perón: “Cuando quieras que algo no se haga, forma una comisión para hacerlo”.
Políticamente correcto
En el entorno más íntimo del gobierno municipal, aseguran que la falta de controles no se debe ni a la inacción del antecesor de González en el cargo, ni tampoco es total responsabilidad de este. Se dice que hay una decisión política tomada desde el Ejecutivo de no controlar motociclistas por considerar la medida “de costo político”. Una posición que cerca estaría de torcerse ante las presiones de los propios vecinos, que reclaman la presencia de un Estado que hoy no figura en su real magnitud para ordenar una ciudad que al menos en el tema del transporte aparece como a la deriva y sin rumbo. Todos coinciden en llevar adelante una política preventiva antes que la fase punitoria. Enseñar antes que castigar. Por ahora, y desde hace mucho tiempo, no se hace ni lo uno ni lo otro.
José María González (Secretario General de la Municipalidad de Alta Gracia)
“Uno de los temas que me preocupa es el de tránsito y seguridad vial. Estamos trabajando en varios aspectos que tienen que ver con salir a demarcar sendas peatonales, lugares de estacionamiento permitidos para carga y descarga. En el microcentro, la ciudad se ha ido despintando. Luego, saldremos en breve con una campaña de prevención poniendo foco en cuestiones como la circulación de moto vehículos, la utilización de los cascos, conducir bajo el efecto de sustancias alcohólicas y a posteriori saldremos con operativos de control que hace tiempo que no se hacen en la ciudad. La cuestión pasa por ir viendo qué tenemos y qué nos falta para realizar todo tipo de controles. Estamos creando una estructura de trabajo que no tenemos, que no había. Los controles no se hacen porque no hay estructura para llevarlos a cabo. Este es nuestro primer paso, organizarnos para comenzar a trabajar en varios temas que nos preocupan, y el del tránsito y el control de los vehículos es uno de ellos, sin dudas”.

INFORME COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA DE PERIÓDICO RESUMEN

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