Editorial

Entre el recuerdo y la memoria. ¡Presente!

Hoy una nueva generación dice “Basta” y yo me pregunto: ¿Será suficiente?

La mayoría de los que hoy promediamos los 40 años no tenemos un recuerdo vívido de lo que pasó el 24 de marzo de 1976, todo lo que se sabe al respecto es aquello que pudimos leer, ver y escuchar de quienes realmente pasaron por años de tortura, sangre y desapariciones, sin embargo eso no nos exime de responsabilidades.

No haber estado en el momento en que se producía no nos quita compromiso para luchar con el objetivo de que nunca más se repita una historia semejante.

Para quienes se deslizaron por una vereda paralela, vale recordarles de que estamos hablando: El 24 de marzo de 1976 Isabel Perón, por entonces Presidente de la Nación, fue detenida y trasladada a Neuquén. La Junta de comandantes integrada por el Teniente General Jorge Rafael Videla, el Almirante Eduardo Massera y el Brigadier General Orlando Agosti, asumió el poder y se designó a Videla como presidente de facto.

A partir de ese momento comenzó lo que por entonces se denominó “Proceso de Reorganización Nacional”. ¿Qué quería decir esto? Que la Junta impuso Terrorismo de Estado mediante una brutal represión sobre todo tipo de manifestaciones democráticas. El genocida Rafael Videla declaró públicamente al participar en la XI Conferencia de Ejércitos Americanos que en la Argentina deberían morir todas las personas que sean necesarias para lograr la seguridad del país.

Y así fue, desaparecieron alrededor de 20 mil personas, trabajadores, estudiantes, gente como vos, como yo y aunque los números difieren según distintas organizaciones, la diferencia en las cifras no atenúa la gravedad del hecho.

Quizás la mayoría pensamos que estamos muy lejos de esos años de terror y aunque nos esmeramos en tratar de sentir lo que las víctimas o sus familiares sintieron, es casi imposible.

Hoy los argentinos tenemos la obligación de mirar para adelante sin perder de vista el pasado.

Recordar pero profundizando la memoria, acompañar en el dolor y buscar justicia sin hacer un negocio de los derechos humanos, significa estar presentes y hacernos cargo. ¿Hoy, nos hacemos cargo?

Somos conscientes de que existen muchas falencias en nuestra sociedad, sin embargo hay que asumir algo que es muy importante, el progreso escalonado que tuvimos en la cultura del dolor. Un dolor que, aunque de cuerpo ajeno, nos sigue pegando, nos sigue fortaleciendo, nos sigue comprometiendo.

Tenemos kilómetros de inocencia a lo largo y a lo ancho de nuestra tierra, inocencia que aún no fue manchada. No desperdiciemos ese bien y luchemos para que juntos podamos transitar el camino de la verdad.

Salud! por nuestro progreso, por nosotros y por todos aquellos que se abrazan al recuerdo de aquellos que ni siquiera conocieron, se comprometen con la causa y no flaquean a sus ideales, más allá de que, a pesar de los años, hay quienes siguen insistiendo que es imposible.

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