
Según explica la doctora Jessica Fernandez, la EPOC es la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica. Se trata de una afección en la que los pulmones pierden su capacidad de mover el aire adecuadamente, generando cansancio, falta de aire, tos persistente y flemas.
Aunque históricamente se asociaba casi exclusivamente al tabaquismo, hoy se sabe que también puede originarse por:
- Exposición prolongada a humos o vapores (por ejemplo, en fábricas).
- Contaminación del hogar, como calefaccionar con leña, cocinar a leña o usar salamandras sin ventilación adecuada.
- Combustión de biomasa (madera, carbón).
- En un pequeño porcentaje, causas hereditarias, como el déficit de alfa-1 antitripsina, una enzima que protege al pulmón del daño de ciertas sustancias destructivas.
La EPOC suele aparecer en personas mayores de 40 o 45 años con antecedentes de tabaquismo o exposición a contaminantes.
Los síntomas principales son:
- Falta de aire progresiva, especialmente al hacer esfuerzos simples del día a día.
- Tos persistente.
- Flema habitual.
- Silbidos o “pitidos” en el pecho.
- Cansancio en las piernas al caminar o al subir pendientes.
La doctora explica que muchas personas adjudican estos síntomas al sedentarismo o a “la edad”, cuando en realidad pueden ser señales tempranas de EPOC o incluso de un pre-EPOC, una instancia donde la función pulmonar aún aparece normal, pero ya se observan alteraciones sutiles.
Dentro de la EPOC conviven dos perfiles:
1. El bronquítico crónico
- Tienen mucha flema.
- Son más propensos a bronquitis frecuentes.
- Suelen tener sobrepeso.
- Presentan el típico enrojecimiento y la sensación de “cargar” el tórax.
2. El enfisematoso
- Son pacientes más delgados.
- Tienen menos flema pero mucha más falta de aire.
- En las imágenes aparecen las “burbujas” del enfisema, que generan atrapamiento de aire.
- Muchas personas pueden tener un cuadro mixto.
La herramienta clave es la espirometría, una prueba funcional que mide cómo entra y sale el aire de los pulmones.
Se realiza en dos etapas:
-
soplidos repetidos; 2) prueba con broncodilatador.
Permite diferenciar EPOC, asma o cuadros combinados.
Pese a su importancia, la espirometría todavía no se solicita de manera rutinaria como sí ocurre con otros estudios más conocidos (electrocardiograma, análisis de sangre, etc.).
Una vez diagnosticada, la EPOC sí tiene tratamiento. No se cura, pero se controla.
Los pilares son:
- Dejar de fumar: la medida más importante.
- Broncodilatadores para mejorar la falta de aire.
- Mucolíticos cuando hay flema persistente.
- Rehabilitación respiratoria: fundamental en mayores de 60 años porque fortalece piernas, brazos y músculos respiratorios.
- Actividad física regular.
- En casos avanzados, oxígeno domiciliario.
- La enfermedad también suele acompañarse de otras condiciones: diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares, ansiedad y depresión. Por eso, el abordaje debe ser integral.
El impacto del cigarrillo: más allá del pulmón
“El tabaco genera inflamación sistémica”, explica Fernández.
Eso significa que afecta al:
- pulmón
- corazón
- cerebro
- vasos sanguíneos
Además, insiste en el impacto del tabaco pasivo, especialmente en niños. Aunque un adulto fume lejos, el humo queda impregnado en manos y ropa, y los niños lo inhalan igual.
Fernández recuerda que la EPOC es la tercera causa de muerte en el mundo.
Detectarla temprano permite frenar su avance, mejorar la calidad de vida y evitar hospitalizaciones.
Controles recomendados:
- Espirometría en mayores de 40 años fumadores o exfumadores.
- Radiografía de tórax.
- Chequeo cardiovascular.
Hoy los pacientes consultan más por prevención, y eso —dice la neumonóloga— es una excelente noticia. La doctora Fernández cierra con un concepto claro:
“Nuestro rol no es asustar, es educar. El paciente decide, pero nosotros estamos para explicarle, acompañarlo y ofrecerle herramientas”.







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