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Todo cambia: hace un año el Concejo era pura tensión, hoy casi ni sesionan

Si, lo sabemos. El 2020 es un año muy particular y la pandemia a dejado a muchos en un estado de «stand by» del que está costando salir y reactivarse al 100%. Pero, si nos remontamos al 2019, en algunos ámbitos la cosa cambió de manera muy notoria.

Este nuevo Concejo Deliberante -de mucho ruido y pocas nueces- tiene una que otra figurita controversial pero que a decir verdad aún no se ha generado nada interesante. Con sesiones cada 15 días en las que prima toda la cuestión sanitaria por la cuarentena reinante, y algún que otro decreto del Intendente que no gusta demasiado a la oposición, no podemos hablar todavía de la gesta de algún proyecto prometor. Y eso que en campaña se prometió y mucho, pero parece ser que a esta oposición le está costando la constancia en el ponerse firme en algunas cuestiones. Algunos, incluso, parecen hasta estar de acuerdo en todo lo planteado por el oficialismo. ¿Tanta conciliación?.

En fin, el 2019 fue un verdadero huracán en el Concejo. Nada para elogiar por supuesto. Pero si hablamos de ese año justamente, toda la movida parecía estar centrada cada miércoles en el recinto de calle Belgrano. La incertudumbre crecía cada semana, el saber qué pasaría en cada encuentro, si estaría o no presente la dupla Saieg-Ferrari, tan polémica por aquellos meses- o si daba la posibilidad de un nuevo integrante en esa gran mesa.

Un año en el que el Viceintendente de la ciudad y Presidente del Honorable Concejo Deliberante, marcaba una clara ruptura de ideas con su par de gestión, Facundo Torres. Tanto, que encabezó un acampe frente al Municipio apoyando a los empleados municipales despedidos. Algo verdaderamente insólito.

Ni hablar de su salida forzada del Concejo, cuando denunció haber sido destituido de los debates y lo denunció formalmente junto a su par, Daniela Ferrari (hoy al frente de Pami) en el Tribunal Superior de Justicia. El famoso «conflicto de poderes», ¿lo recuerdan?, algo a lo que meses después el TSJ no le dio la razón.

La grieta entre saieguistas y torristas estaba tan profundizada que no había manera de disimularla y, penosamente, todo se exponía en la mesa del Concejo.

Afortundamente hoy la situación es otra. Pero parece haber pasado de negro a blanco de una manera demasiado abrupta. «Ese diálogo fluido» que los Concejales aseguran tener entre los diferentes colores políticos, tampoco es sinónimo de que las cosas vayan por buen camino. Las pocas discusiones que se fomentan están ligadas, sobre todo, a falta de respuestas en pedidos de informes u una vez que interviene el Tribuno de Cuentas vuelve la calma y «aquí no ha pasado nada». Mientras tanto, los vecinos siguen esperando proyectos que respondan a necesidades de antaño y no es para menos, el sueldo de los Concejales sigue pagándose en tiempo y en forma.

De verdad, ¿todo está tan bien?

 

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