“Si se presenta siempre él, es obvio que mide más”, se escucha decir una y otra vez entre radicales y otros (ex) aliados de Juntos por el Cambio.
El hecho que Leandro Morer haya perdido ya muchas veces, incluyendo pegado a la figura de Luis Juez, contra uno u otro Torres tiene dos efectos.
Por un lado, el más obvio: la necesidad de probar con otra figura en algún momento. Por otra parte, mientras la unidad de medida para definir a quién encabeza sea una encuesta, Morer seguirá siendo siempre la mejor opción.
Pero este miércoles algo falló y por estas horas Leandro Morer debe estar debatiéndose entre el cielo de seguir siendo aún después de casi 3 años escondido, la mejor opción radical; y el infierno de tener que asumir el riesgo de otra derrota más que, con esta fractura insalvable de Juntos por el Cambio, parece aún más probable.
Amalia Vagni asoma en carrera dispuesta a agarrar la posta y las nuevas generaciones, como Martín Barrionuevo y Lucía Allende también miran hacia el futuro cercano con otra perspectiva.
Y los demás referentes buscarán una vez más, permanecer.
Es indudable que la falta de liderazgo de los popes radicales locales, la errada decisión de recurrir a los referentes provinciales y la desconfianza generalizada entre correligionarios, le jugó una mala pasada a Morer. Y dejó muy mal parados a los “armadores” de la unidad que no fue.
Ahora la prioridad es que la factura de este paso en falso no la cobre la UCR en su institucionalidad. En ese sentido, una buena medida hubiese sido ir con lista 3 pura, con la camiseta roja y la boina bien puestas para mostrarles a los socios que significa ser la “Columna vertebral”.
Pero la decisión de sumar algunos socios a la alianza “Alta Gracia Cambia” tiene olor a miedo a una interna feroz y no tanto la idea de lograr un frente de ideas.
Ahora se abre otra etapa: Morer deberá definirse, lo demás radicales acomodarse en los lugares entrantes, respetar a los partidos que conforman la alianza que tratarán de aprovechar la mayor disponibilidad que dejaron PRO y ARI.
Búsqueda de candidatos con encuestas que algunos aseguran que no existen, más intentos desesperados de unidad y más mesas de café con miradas de reojo buscando qué le faltó a la oposición local para organizarse y de una vez jugar a ganar.
Tal vez no al oficialismo, pero por lo menos a los fantasmas internos de la traición constante.
Comentarios: