Editorial

Mal Educados

¿Qué diría Manuel Belgrano si viviera en una época donde la educación pública y gratuita es violada constantemente? ¿Qué diría si viera una clase política que lejos de unir a los pueblos divide alumnos, padres y maestros? ¿Qué diría si tuviera que interpretar tantas contradicciones?

Seguramente sus ideales no sucumbirían pero los proyectos de libertad si, o quizás sólo haría falta que estuviera con nosotros para que liberara el pensamiento de muchos.

Recordar a Belgrano en esta época de crisis educativa tiene que ver no sólo con que fue un importantísimo referente y precursor de la educación en la Argentina, sino también porque este año la tradicional lucha entre gobierno y docentes que se repite año a año al iniciar las clases, coincide con la conmemoración del Bicentenario de la gesta Belgraniana.

Nada más oportuno que arrojar una mirada a algunos de sus pensamientos y proyectos de un prócer en el que la educación y la libertad fueron sus pilares fundamentales. “(…)Uno de los principales medios que se deben adoptar a este fin son las escuelas gratuitas, a donde puedan los infelices mandar sus hijos, sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción; allí se les podrán dictar buenas máximas, e inspirarles amor al trabajo, pues en un pueblo donde reine la ociosidad, decae el comercio y toma su lugar la miseria”, manifestaba el prócer mientras estaba en las tiendas de campaña y observaba a los niños del lugar e interpretaba sus profundas necesidades.

Sin embargo la realidad que vive nuestro país desde hace muchos años y que se acentúa en la actualidad tiene que ver más con la burla y el desinterés sobre la educación, el crecimiento y la integración marcado por un acento político que ya no repara en los daños que produce.

Que reiterativo, que cansador y qué difícil es tocar el mismo tema cada comienzo de año lectivo…

¿Utopía?

Seguramente pensar en que el futuro no vislumbrará la proyección de este presente que mortifica y perjudica a todos, es una utopía. Pero nuestra función como padres es lograr que los niños entiendan que los docentes son además de formadores, trabajadores como él, como yo, como tantos.

Como trabajadores tienen obligaciones que cumplen todos los días de la mejor manera posible y contra todas las dificultades y derechos que ejercen a pesar de que indirectamente afecta de manera negativa en sus alumnos.

“Nuestro derecho termina donde empieza el de los demás” Conciliar, lograr el equilibrio y no generar perjuicios es una receta casi imposible de lograr. ¿No se les estará pidiendo demasiado?

Contradicciones

Por otro lado están las eternas contradicciones…. Contradicciones que si son difíciles de explicar.

¿Cómo entender que un gremio que lucha por un derecho que es más que justo, por un lado acepta el aumento y por otro se “solidariza” con la lucha nacional y de cualquier manera va a la medida de fuerza? ¿Cómo explicar a un niño que va a comenzar 1º grado que su maestra no va porque está “de paro”?

¿Cómo lograr el equilibrio en una enseñanza pública donde el edificio escolar se cae de a pedazos? ¿Cómo entender que un docente no pueda sancionar a un alumno porque “hay que preservar el número de concurrencia y evitar las bajas? ¿De qué manera se puede llevar adelante una situación conflictiva donde el docente no puede manifestar el problema a los padres porque puede ser agredido o denunciado?

¿Cómo hace un niño o adolescente para sobrellevar una situación de bulling si en la casa no pueden escucharlo y en la escuela evitan hacerle frente a la situación? ¿Cómo ubicar geográfica, social y humanamente a los alumnos en un contexto que los perjudica constantemente y desde todos los frentes?

En Alta Gracia tenemos muchos ejemplos con los que podríamos ilustrar esta editorial, sin embargo parece que todavía en el 2013 hay cosas más urgentes y más importantes que una buena educación; al parecer tenemos una discordancia bastante importante en las prioridades.

Debemos “entender” determinados temas que parece que por “falta de educación” o simplemente por “mal educados” aún no logramos comprender.

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