NoticiasBásquetDeportes

Mateo Díaz, la promesa que crece con el básquet en la sangre

Entrevista a fondo con el base que transita su primer año fuera del país. La herencia de papá Gabriel, el profesionalismo temprano, los sueños del ascenso en España y el Mundial U19 en la mira. Linda historia.

Cañada de Gómez, Gualguaychú, Lugo. El recorrido de Mateo Díaz no es de lo más convencional. Tampoco es convencional tener tres años de experiencia como profesional a los 19 años recién cumplidos. Mateo, hijo de Gabriel, una gloria de nuestra Liga Nacional, transita su primera temporada con el CB Breogán de la LEB Oro, segunda división de España. Llegó allí después de dos años de mucho protagonismo y gran rendimiento en el ascenso de nuestro país. Primero en el Torneo Federal, con Sport Club Cañadense, y luego en la Liga Argentina con Central Entrerriano.

Un abonado a todas las preselecciones formativas de su camada desde los 14 años, Mateo sueña con jugar su segundo Mundial con Argentina. Tras la experiencia en 2018 dando un año de ventaja, ahora apunta los cañones al Mundial U19 de Letonia para poner broche de oro a un ciclo de competencias formativas internacionales que se vio diezmado por la pandemia. Mientras tanto, disputa el tramo final de la temporada en España, donde integra un CB Breogán de gran desempeño y con aspiraciones al ascenso a la Liga Endesa, un objetivo difícil pero posible. Actualmente está disputando los cuartos de final al mejor de tres encuentros (la serie está 1-1), en busca del único boleto a la elite del básquet español.

-¿Cómo fueron tus inicios? ¿Tuviste posibilidad de hacer otra cosa o el básquet siempre fue el destino lógico?
-El básquet nunca fue una obligación. Lo hice porque me gustaba. Porque además, cuando era chico empecé con el fútbol, de los siete hasta los diez años y después me metí a full en el básquet. Tanto a mí como a mi hermano, mi papá nos dejó decidir. Si me dedicaba al fútbol, mi papá no tenía problema. Compartí su última etapa como jugador. Cuando él estaba en Belgrano de San Nicolás, jugando TNA, yo tenía nueve años. De chico siempre lo acompañé a todos los entrenamientos y partidos, me quedaba jugando, tirando o viendo el entrenamiento. Y ahí siento que me empecé a enganchar y me empezó a gustar demasiado.

-¿Cuándo te diste cuenta que te querías dedicar a esto?
-De chico, cuando veía la vida que llevaban tanto a mi padre como a los compañeros, de cuidarse con la alimentación, el descanso y los viajes, ahí se me despertó ese sueño de querer ser jugador de básquet. Con el tiempo se fue materializando, pero el sueño lo tengo desde los 13 años. Siento que quise ser jugador antes de saber si podía ser jugador. Después se empezaron a dar lo de las concentraciones, jugar en Primera y cosas así con las que me di cuenta que lo podía hacer.

-¿Cómo es Gabriel como papá de un jugador?
-Siempre me ayudó y apoyó. Igual que a mi hermano, quien actualmente está jugando el Federal. Nunca nos dijo que no a nada. Nos aconsejó que si lo queríamos hacer, que demos el 100% Pero al mismo tiempo nos ponía como deber terminar la escuela, porque a él le había costado y la pudo terminar recién de grande. A su edad, cuando él era más joven, era diferente y si te ibas a jugar afuera, medio que lo dejabas. Por eso, a mí y a mi hermano nos decía que terminemos la escuela, porque era importante y que tratemos de estudiar una carrera si podíamos.

-¿Le hiciste caso con lo de la carrera?
-Eso me interesa, tampoco siento una urgencia para hacerlo. Ahora estoy jugando, pero si la temporada que viene se da, me gustaría empezar una carrera a distancia. Algo que hice apenas llegué a España fue anotarme en una academia para estudiar inglés para perfeccionarlo y para hacer otras cosas, despejar un poco la cabeza.

EL TEMPRANERO SALTO AL PROFESIONALISMO
La carrera de Mateo tiene una particularidad. Cuando la gran mayoría de sus compañeros de camada todavía estaban jugando en formativas o en Liga de Desarrollo, él ya estaba teniendo minutos en equipos mayores. Su primera experiencia fue en el Torneo Federal, con sólo 16 años, para Sport Club Cañadense. Allí, Mateo tuvo un año espectacular. Promedió 11.1 puntos en 24 minutos por partido y fue pieza clave del equipo que logró salvar la categoría en una serie apasionante ante Atlético Tostado. Al año siguiente, dio el salto a Central Entrerriano de Gualeguaychú, para la temporada 2019-20. Este año, Mateo decidió dar el salto a Europa, fichando para el CB Breogán, un equipo de la segunda división española con aspiraciones de ascenso. Allí, ha disputado 26 partidos, ocho de ellos como titular, promediando 3.7 puntos en 9.9 minutos.

-¿Cómo fue jugar en el ascenso tan joven?
-Ahí me ayudó mucho mi padre. Más que nada en la decisión. Si hubiera sido por mí, quizá habría ido a una Liga de Desarrollo o a entrenar con un equipo de Liga. Pero mi padre decía que, por mi físico y para ganar más experiencia, prefería que empiece jugando en un equipo donde tuviera minutos contra gente grande. La verdad que eso me ayudó muchísimo. El roce, la experiencia, enfrentarme con jugadores más grandes y ganarse su respeto. En Sport Club Cañadense tenía minutos y participación. Y haber tenido ese rol me ayudó mucho. Además, el proyecto de Sport apostaba a los chicos, lo cual era muy bueno para mí. La temporada con Central Entrerriano al año siguiente me ayudó muchísimo en la experiencia, en el roce y en jugar contra jugadores más grandes.

-¿Qué fuiste a buscar a Europa?
-Aprender y mejorar, que es lo que hice siempre. Acá todo es muy diferente. Y tratar de ayudar al equipo. Ahora que estoy en Breogán con posibilidades de ascender, quiero aprender y ayudar en todo lo que pueda. Dar lo mejor de mí en el día a día y haciendo lo que me pida el entrenador en los partidos. También vine a agarrar experiencia.

-¿Qué es lo diferente?
-En principio, la plantilla. Hay muchas nacionalidades y eso está bueno. La infraestructura donde entrenamos y la facilidad de las cosas que tenemos. La diferencia está más o menos ahí. En cuanto a métodos de entrenamiento, no tanto. Ahora todo el mundo está muy conectado. Los preparadores físicos hacen trabajos muy similares. En cuanto a eso no es tan diferente. Pero los equipos son más largos, te tenés que ganar el lugar y ninguno tiene el puesto asegurado. Fue raro llegar a una liga en la que no conocía prácticamente a ningún jugador y tuve que ir conociendo a cada uno.

-Te destacaste en el Federal y en la Liga Argentina, todo indicaba que faltaba el escalón de la LNB, pero diste el salto a Europa. ¿Por qué?
-Quería tener que ganarme un puesto, eso era importante para mí porque tenía que entrenar todos los días al máximo. No conocía la plantilla pero sabía que era un muy buen equipo y una buena liga. Me puse el objetivo de competir todos los días para ganarme los minutos. También cuando llegué tuve la oportunidad de jugar en el equipo filial en Liga EBA, pero por el Covid-19 y las restricciones nos dieron a elegir entre estar solamente con la filial o solamente con el equipo principal y elegí quedarme en el equipo principal.

-Si bien jugás consistentemente todos los partidos con el Breogán, a veces tenés menos minutos que otras y vos sos un jugador acostumbrado a siempre tener muchos minutos en los equipos donde estuviste. ¿Cómo fue esa adaptación?
-Eso me costó un poco, sobre todo a nivel anímico. Pero era normal, llegué sabiendo cuál iba a ser mi situación. Ha habido partidos en los que jugué muy poco pero traté de entrar y aportar lo que podía y luego ver lo que había hecho mal para corregirlo en la semana. Intenté poner el foco en la semana. El entrenador se basa mucho en los entrenamientos, no le regala el puesto a nadie y eso me conviene.

-Con este salto a una liga tan dura, algunas cosas deben haber quedado expuestas ¿en qué aspectos del juego sentís que necesitas trabajar y en cuáles sentís que estás al nivel?
-Más que nada en el físico y la defensa. Ser más fuerte, ganar más masa muscular. Cuando llegué, el cambio que más necesitaba era físico, ganar un par de kilos. Y mejorar en defensa, que me costaba mucho. Ahora me sigue costando pero un poco menos. También sentía que tenía que mejorar algunas cosas en el juego. No me podía permitir perder tantos balones. Me pasaba mucho cuando empecé. El entrenador me corrigió bastante, decía que estaban bien las cosas que veía, pero que tenía que tener un poco más de precaución. El juego es más rápido y físico. Pero, por el otro lado, siento que puedo jugar y puedo competir con los demás.

-¿Te ha gustado la experiencia? ¿Sentís que fue una buena decisión dar el salto a Europa?
-Sí. La verdad que creo que tomé el camino correcto y me ha ayudado mucho. En estos casi nueve meses he mejorado y aprendido mucho. Que fue para lo que vine. Y ahora queda lo mejor de la temporada. Y con la motivación de mi categoría, del Mundial.

EL MUNDIAL U19 EN EL HORIZONTE
Si bien, por compromisos de calendario, Mateo todavía no se ha podido sumar a las concentraciones de la Selección U19, espera hacerlo al terminar su temporada. El equipo que dirige Daniel Farabello se prepara para el Mundial de la categoría, a desarrollarse en Letonia. Mateo ha sido parte de los procesos de selecciones nacionales desde los 14 años y hasta tuvo la experiencia de jugar el Mundial U17 en nuestro país, a pesar de dar un año de ventaja.

-¿Hay tiempo para pensar en el Mundial o estás con la cabeza en otra cosa?
-Sí, lo uso como motivación. Es uno de los torneos más importantes de formativas. Hablo con mis compañeros que están en la concentración. Apenas llegué acá, le pregunté a mi agente por fechas y por qué iba a pasar con el Premundial, que al final no se hizo. Sería algo lindo volver a jugar con ellos, porque son amigos, hemos estado juntos en muchas preselecciones. Es lindo estar entrenando y compartiendo en el Cenard. Pero bueno, si todo sale bien, llegaría para la tercera concentración que es el mes que viene.

-Tuviste a Daniel Farabello en Sport Club y en la Selección ¿cómo es esa relación?
-Muy bien. Lo conocía desde antes porque él había jugado con mi padre. La primera vez que lo tuve como entrenador fue en el torneo de Turquía U16 y al otro año me sumé a Sport Club. Fue un muy buen base así que pude aprender muchas cosas de él. Lo volví a ver en el 2019 para el Sudamericano. Lo considero un gran entrenador y me ha ayudado mucho en mi formación.

-¿Cómo tomaste el año sin competencia con la Selección?
-Fue muy duro no jugar el Premundial. Ahí te medís y sabés como estás como equipo y como estás vos y tus compañeros individualmente después de un año sin verse. Teníamos mucha incertidumbre pero no quedaba otra que esperar a ver qué se decidía y quién iba al Mundial. Cuando me enteré que íbamos nosotros, me puse muy contento. Pensé que iba a ir el campeón de Sudamérica y nos íbamos a quedar afuera. Pero como se hizo por ránking, entramos.

-A pesar de no haber competido en todo el año pasado y que hace tanto tiempo que no se ven, ¿cómo se sienten como grupo?
-Somos un grupo unido. Me intriga ver el progreso de los chicos. Hay muchos que están jugando la Liga Nacional y también en un equipo de Federal, que está bueno. Quiero saber cómo han mejorado, eso es importante, porque tampoco se acaba acá. No es que si quedás afuera los 12 o si entrás pero te va mal y se termina todo. Al contrario, recién estamos empezando.

-Daniel Farabello dijo que es un equipo con muchas variantes en el perímetro, ¿cómo lo ves vos?
-Es una camada muy pareja, con un juego exterior muy bueno. Eso está bueno porque sabés que nadie te va a regalar nada y tenés que dar el máximo todos los días para quedar porque el que está al lado puede hacerlo igual o mejor que vos. Ser un equipo profundo ayuda mucho, sobre todo en estos torneos que tienen muchos partidos en pocos días. Hay muchos jugadores buenos que han tenido protagonismo con sus equipos de mayores y eso ayuda mucho.

-¿Qué esperás de este Mundial, qué aprendiste del anterior?
-Conocemos a los rivales, sabemos algo de las posibles plantillas de los equipos, pero no nos queda otra que dar el máximo. Aprendí que no podés aflojar no importa quién te toque enfrente. En el 2018 tuvimos un poco de mala suerte en el cruce con Montenegro y ahí tuvimos que jugar la reclasificación. Pero la experiencia es muy linda. Recordás los partidos y los querés volver a jugar. Quisiera aprovecharlo al máximo, disfrutar, aprender. Ver los otros equipos, los otros jugadores. En el 2018 jugamos contra Francia y algunos de esos chicos están ahora en la NBA y eso está para disfrutar.

Fuente: CABB

Mostrar más
 

Noticias Relacionadas

Comentarios:

Botón volver arriba