Dos atletas. Dos medallas de oro. Una misma distancia. Un mismo día: 7 de agosto. Juan Carlos Zabala, en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1932. El otro, Delfo Cabrera, en Londres 1948. La maratón, los 42.195 metros, los tuvo en el olimpo. Ese espacio solo reservado para los grandes. Por eso, por ellos, en la Argentina, se conmemora el día del maratonista. Una epopeya lejana que se agiganta con el paso de los años.
Juan Carlos Zabala Ganó el maratón de Los Ángeles 1932 y se convirtió en uno de los atletas más importantes de la historia argentina.
Fue en ese orfanato donde Juan Carlos Zabala ganó sus primeras carreras y donde conoció a su entrenador, en aquel momento profesor de educación física, Alejandro Stiriling. Él fue quien lo llevó a competir primero en colegios, cuando el joven de apenas 15 años tenía tiempo de burlarse de sus rivales, hacerle gestos y hasta tocarlos para luego escapar hacia la meta en soledad.
Al cumplir los 19 años viajó a Checoslovaquia para enfrentar a rivales de jerarquía. En su primera carrera obtuvo un confortable tercer puesto y en la maratón se quedó con la primera posición, igualando el record europeo de aquel momento.
Pero sin dudas su punto culmine fue en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles el 7 de Agosto de 1932. Hasta ese momento las maratones habían sido ganadas por europeos de aproximadamente tres décadas de vida, que marcaban como error partir en primer lugar. Zabala rompió con esas realidades en 2h 31′ 36”. Con 20 años y arrancando por delante de sus rivales, el argentino llegó con una ventaja de 20” sobre el británico Samuel Ferris y obtuvo el oro.
Delfo Cabrera 13 años tenía Delfo en 1932, cuando escuchó la hazaña de quien en ese momento se convertiría en su referente deportivo: Juan Carlos Zabala, que ganaba el maratón Olímpico de Los Ángeles.
Así como Maradona, declaraba de chico que iba a jugar en la selección y ser campeón del mundo, Cabrera le decía a su madre: “Mire cuando su hijo sea un Zabalita….”
Por esas casualidades de la vida se dio un mismo día 16 años después, ese adolescente con sueños ser campeón Olímpico, lo haría realidad ese 7 de agosto de 1948 en Londres.
Pero que importante fue ese referente deportivo para él y para otros que quizás no llegaron a destacarse, y aun así fueron en busca de un sueño. En el medio encontraron deporte, amigos, contención.
Ya en su adolescencia, realizaba parte del recorrido desde su trabajo a su casa corriendo, junto a uno de sus hermanos. El trayecto que emprendía corriendo era cada día mayor, así fue como se fue forjando el espíritu de corredor.
Al terminar su servicio militar, migró a Buenos Aires donde se estableció y formó familia. Una vez allí, comenzó la influencia del que sería su maestro y unos de los profesores más brillantes del atletismo argentino: Francisco Mura. Bajo sus órdenes, y en las filas del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, comenzaría su carrera profesional, siendo luego múltiple campeón Nacional y Panamericano.
El gran hito en la vida de Cabrera sería el 7 de agosto de 1948, cuando a sus 29 años de edad ganó el maratón de los Juegos Olímpicos de Londres.
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