Cultura

El Mago Pipino, entre ilusión y asombro

“Cuando uno es mago pierde la capacidad de asombro. Sin embargo, al verlos a ellos, todos volvemos a asombrarnos como si fuéramos niños”, dijo Pipino Magic, desde el escenario del Flasoma, el evento de magos más importante del continente.

Cuando dice “ellos” se refiere a los más de 50 magos, muchos campeones en su categorías, de distintos países que se reunieron en Buenos Aires el pasado fin de semana en el teatro Avenida para el congreso organizado por la Federación Argentina de Sociedades Mágicas .

Pipino fue convocado nada menos que para presentar y, entre un chiste y otro, pronunció esa frase que lo dice todo.

El asombro, no es sólo el resultado final de un truco de magia o ilusión. Es esa capacidad que cada mago tiene que despertar a lo largo de toda exhibición. Es esa forma de mirar a las cosas que, a menudo, los adultos olvidamos en el camino.

Pipino, el artista de Alta Gracia sabe de magia, de ilusión y de asombro. Pero, nos cuenta, sentía que ya no era lo mismo para él ver a otros ilusionistas, porque a menudo, todo le parecía conocido o previsible.

Flasoma para él fue una aventura inolvidable y se lo lee bien claro en sus ojos. “Compartí el escenario, ese espacio, cenas, con los mejores magos del mundo. ¡Yo estaba ahí!” cuenta emocionado.
Y, por algo, sin dudas, lo habrán elegido.

Volvió con ganas de crecer, de formarse más, de inventar y brindar nuevos shows. Se define un mago cómico pero a la vez, afirma no ser un “ virtuoso”. Claro, después de semejante experiencia, no es difícil imaginar de dónde venga esa ducha de humildad, pero todos los que lo hemos visto en acción, sabemos que no le falta ni capacidad de asombro, ni ilusión y, además, tiene mucho humor, del bueno.

Nos cuenta que ensaya, todo el tiempo: los trucos y también los chistes. Es un arte la de la magia “la madre de todas las artes” como especifica Nelson Rodríguez, alias Pipino. A pesar de eso, no está considerada para los subsidios y los planes de fomento porque aún no es posible certificar, como sí lo es en otros países, los estudios correspondientes.

En su casa, con su mujer, su asistente desde siempre y frente a su pequeño hijo, prueba, ajusta, modifica.

Es una carrera costosa la del mago. Hay que invertir en herramientas específicas y en los mismos trucos, que se venden. Justamente en el subsuelo del Teatro Avenida, donde estaba el Flasoma, había mesas y mesas de magos que vendían, desde cartas, a jaulas, a inventos raros y sus trucos, los secretos de su magia.

Y además el vestuario, que nunca, jamás puede ser cualquiera. Como el saco a cuadros y los pantalones de raso que vestía frente a un público de más de 600 personas.

Las competencias de magos están separadas en categorías, los ilusionistas, los mentalistas, los cómicos, los de close up, por ejemplo. El jurado tiene que evaluar todo un conjunto de habilidades. El truco, en sí, es tan solo una parte. Escenografía, vestimenta, puesta en escena, equilibrio entre todas las partes del espectáculo. “Hacer magia es hacer shows que a la vez necesitan de algo de intimidad; hay que crear un ambiente, cierta atmósfera que no se da entre multitudes, en espacios abiertos, mientras pasan los autos” recalca el mago de Alta Gracia.

La atmósfera lo es todo, o casi. Ese minuto en que la mente del público abandona su escepticismo y se deja ir a la ilusión. Una atmósfera que Pipino Magic mantiene además con muchos, muchos chistes, un diálogo permanente con el público.

¿Qué habrá traído Pipino de Flasoma 2017? Alguna novedad, seguro, después de esta experiencia compartida con 600 congresistas de 15 países distintos, 45 artistas y 45 dealers de magia.

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