Sociedad

Por la crisis, aumentan las ferias americanas, y el rebusque del usado

En un contexto recesivo, inflacionario y de falta de trabajo que se ha agudizado en los últimos años, es un hecho que muchos decidieron volcarse a la actividad de la compra y venta de artículos usados para sumar un ingreso más a la ya de por sí raquítica economía familiar. En Alta Gracia, durante los fines de semana y en algunos casos diariamente, se pude observar un aumento sustancial de ferias americanas o de garaje. La acuciante situación económica provocó que por ejemplo la venta de indumentaria usada ayude para cubrir gastos, pagar impuestos o, sencillamente, subsistir en una realidad de tarifazos a gran escala.
Además, desde instituciones como los Centros Vecinales y Culturales se elaboran propuestas y diferentes iniciativas para que la gente se reúna, exponga, venda e intercambie los productos que ellos mismos fabrican.

“La Saladita” del Crucero
“Nosotros en alguna oportunidad hemos llegado a contar 160 puestos”, señala José Luis López presidente del Centro de Jubilados Nuevo Amanecer y creador de la feria de ropa usada conocida como “La Saladita” que funciona hace poco más de tres años en el predio colindante a la ruta 5, a la altura de El Crucero. En promedio, actualmente funcionan aproximadamente 60 puestos y la actividad puede crecer a principio de cada mes. “La Saladita” funciona viernes, sábado, domingos y feriados; está regulada por ordenanza y es recorrida por inspectores municipales que controlan que sólo se ofrezcan artículos usados a la vez que le solicitan a los vendedores la documentación correspondiente para confeccionar un registro.

“Los inspectores te molestan bastante si pretendés vender algo nuevo”, dice Diego Salgado que junto a su esposa resisten estoicamente el frío del mediodía en su puesto. Cuenta que hace cuatro años está desocupado y que no consigue nada estable desde que fue cesanteado en la metalúrgica en la que trabajaba. “Generalmente la ropa me la dan, yo la selecciono y la revendo. Si en algún momento podemos compramos un poquito al costo y ahí tratamos de hacer la diferencia”
Por su parte, Daniel Romero y su esposa Lucy vienen de La Rancherita para intentar vender algo y “poder ir pagando las cuentas”. Romero –que también está desocupado- asegura que “nadie va a venir acá por hobby a morirse de frío; acá estamos por necesidad”. Laura y Karina González son primas, ambas amas de casa y comparten el puesto. “El problema es que aumentó todo y bajó la venta”, afirma Laura que además relata que durante la semana “recolectamos ropa a través de familiares y amigos y nos dedicamos a lavarla y plancharla”. Ante la consulta de la merma en la cantidad de puestos Karina indica: “Lo que sucede es que por ahí se empieza a correr la bolilla de que acá se puede hacer una diferencia, pero la realidad es que hay días que no se vende nada y ahí es cuando la gente deja de venir”.

La esquina de Mónica
El alambrado que ocupa la esquina de Moreno y San Juan Bosco en pleno Barrio Sur está repleto de ropa colgada. Allí vive Mónica Maldonado, con su marido y su niño de 8 años. Para atender a Resumen, deja de revolver la olla con la comida del mediodía y dice: “Esta feria de ropa está abierta de lunes a lunes”. Mónica tiene 44 años y encontró en este emprendimiento una salida al desempleo que sufre desde hace tres años. “Acá compra mucha gente del barrio y también de Los Aromos, La Bolsa, Potrero de Garay, que por ahí vienen una vez a la semana al médico y aprovechan para llevarse algo porque los precios son muy accesibles”.Reconoce que ella ayuda a la economía familiar porque su marido – por suerte- “aún tiene trabajo” y lanza una carcajada cuando se le consulta sobre la cantidad de ropa que tiene que sacar y entrar diariamente. “Cuelgo y descuelgo todo el tiempo. Y bueno, así es la vida del pobre”.

Ferias vecinales y culturales
Las ferias ahora también comienzan a ser impulsadas por los Centros Vecinales como forma de promover la actividad de los emprendedores de cada uno de los barrios de la ciudad. Tal es el caso de barrio Centro Vecinal de Barrio Liniers que ya organizó dos y que tuvo muy buena repercusión entre los vecinos. “Se están viviendo momentos que la gente necesita esos espacios para tener alguna otra chance y poder pasarla un poco mejor”, dice el presidente del Centro Vecinal Barrio Liniers, Alejandro Silva y añade: Además la feria también está pensada para que los emprendedores den charlas sobre cada uno de los productos.
En la primera oportunidad hubo 22 expositores y en la segunda 26.Ahora se realiza cada un mes y los que pueden exponer son exclusivamente vecinos del barrio.
Gisela Acevedo es integrante del colectivo de artistas del Centro Cultural El Cañito que nació hace pocos meses y el sábado pasado realizó su primera feria americana: “Nosotros venimos trabajando desde la cultura y una de las ideas siempre fue hacer una feria con la finalidad principal de dar una oportunidad económica y de trabajo para afrontar los aumentos y las crisis”. Acevedo señala que la nueva feria también quiera “darle otra posibilidad a los feriantes que andan por diferentes barrios de la ciudad”. “El Centro Cultural está en gestación y está abierto para toda la comunidad. Sin embargo, tenemos muchos gastos y cosas para reformar; entonces acordamos que en esta feria quien venda realmente algo haga un aporte de 40 pesos para poder seguir creciendo”, contó por último Gisela Acevedo.

Por Gabriel Zuzek

Mostrar más
 

Noticias Relacionadas

Comentarios:

Botón volver arriba