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Reforma laboral: «No hay mano invisible construyendo desarrollo, debe haber conducción estrategica del Estado con el sector privado»

La discusión sobre reforma laboral en la Argentina ha sido, durante décadas, una trampa intelectual. Cada vez que nuestro país dejo de estructurar un proyecto productivo que permita un crecimiento, comienzan las dificultades, los vaivenes financieros, y surge la receta de siempre: reducir derechos laborales, ajustar salarios, devaluar la moneda y abrir indiscriminadamente la economía. Se pretende imponer la idea de que la mano de obra argentina es cara, que los sindicatos son un problema y que la única salida posible es resignar producción local en nombre de una supuesta modernización económica.

Esa visión es falsa y profundamente regresiva, no existe país en el mundo desarrollado que haya crecido sobre la base del empobrecimiento de su pueblo. Como sostiene Joseph Stiglitz —Premio Nobel de Economía—: “ Las economías que basan su competitividad en salarios bajos quedan atrapadas en la pobreza”. Los países que progresan son aquellos que producen con inteligencia, tecnología y organización social; no aquellos que destruyen su capacidad productiva con ajustes salvajes.

Es más que categórico, la Argentina no necesita competir empobreciendo a los argentinos, sino fortaleciendo su capacidad de producir, de innovar con justicia social. La verdadera competitividad no se impone con supresión de derechos, se construye con desarrollo; el debate central de nuestro tiempo no es entre Estado y mercado, sino entre economías que producen valor y economías que sobreviven endeudándose. Tampoco es un debate entre capital y trabajo, sino entre producción y especulación.

Por lo que centrar, como pretende el gobierno de Milei, una reactivación productiva para generar empleo basada en una reforma laboral precarizadora, es falaz , el esquema económico de especulación y timba financiera distrae todo presupuesto para la producción, a ello sumar otra falacia ,que el alto costo laboral es producto del ausentismo de los trabajadores, de la cuota sindical y de la cuota de las cámaras empresariales; pero nada se dice del verdadero coste: del 52% que el Estado le saca a la empresas ( carga impositiva) y a los trabajadores ( impuestos a las ganancias). La parte del león tira por tierra los costos de una producción competitivamente con salarios dignos. Vaya paradoja la del león.

Esta visión es solo funcional al sector financiero que ignora dos hechos fundamentales: Primero, el salario no es un costo, sino la base de la demanda interna; cuando los salarios caen no mejora la economía, se desploma el mercado interno, se destruye el consumo y con él la producción nacional. Lo explica John Maynard Keynes en La Teoría General (1936):

“No hay inversión privada sin expectativas de demanda. No hay crecimiento sin capacidad de compra de los trabajadores”. Sin salario digno, no hay inversión posible, solo especulación”.

Segundo, los derechos laborales no frenan la producción, al contrario, la ordenan y le dan previsibilidad, lo que genera atraso no son las leyes laborales, sino la baja productividad, la falta de inversión en tecnología, la carga impositiva asfixiante a las empresas y la mala organización del sistema económico de especulación y no de producción. El problema no está en el trabajador: está en el modelo económico anarco-capitalista.

Una Reforma Laboral solo es admisible si llega con la creación de un Nuevo Derecho … No con la eliminación de los existentes. Una modernización laboral es admisible si incorpora la IA bajo un criterio de equilibrio tecnológico… de equilibrio social, de un Ganar – Ganar.

Crear un nuevo derecho en momentos de exacerbación de un anarco capitalismo, es difícil, sobre todo cuando están planteando una reforma como sinónimo de ajuste, de quita de derechos. Pero resulta socialmente lógico y económicamente ganancial para ambos sectores (capital y trabajo) sumar y no restar derechos. La modernización debe ponderar un sistema que le permita a los trabajadores que renuncien o se jubilen poder cuantificar sus años trabajados. Pero entendiendo que las Pymes no soportarían ese peso, por lo cual deberán previsionar fondos de cese laboral por fuera de los patrimonios de sus empresas. Estaríamos licuando sus pasivos contingentes y nosotros, trabajadores, constituyendo un Nuevo Derecho: el de Indemnización por renuncia, una acción de equilibrio social. Un ganar – ganar.

El mito del ajuste como política de desarrollo

Desmitificar el Ajuste como solución para hacer crecer la economía, es la clave, para ello debemos entender que la reactivación de la producción se contrapone a los intereses de la especulación financiera. La agenda del ajuste que se pretende imponer no es técnica, sino ideológica: responde solo a intereses especulativos de sectores financieros, no a la Sociedad.

Argentina probó el experimento del ajuste muchas veces:

– 1976–1983: apertura financiera y destrucción industrial

– 1990–2001: convertibilidad, bicicleta financiera, flexibilización laboral, desocupación

– 2016–2019: endeudamiento externo + apertura importadora + caída salarial

Resultado común: Pérdida de producción nacional, caída de empleo formal e incremento de la desigualdad estructural.

El ajuste es un espejismo que genera competitividad regresiva. Cuando se propone “competir con salarios bajos” se está diciendo que Argentina debe resignar su capacidad industrial y su movilidad social ascendente, eso no es un proyecto de país, es un fracaso social/económico disfrazado de supuesta eficiencia.

Tras la Gran Depresión, John Maynard Keynes demostró que el capitalismo totalmente desregulado tiende a la inestabilidad y al estancamiento. Su propuesta fue clara: el Estado debe intervenir para sostener la demanda, estimular la inversión y proteger el empleo. Ese enfoque inspiró el New Deal de Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos, donde la obra pública y la inversión en infraestructura se convirtieron en motores de empleo, crecimiento y cohesión social. Ese modelo fue retomado tras la Segunda Guerra Mundial en Alemania con la Economía Social de Mercado, liderada por Ludwig Erhard y Walter Eucken, que combinó:

Mercado competitivo,

Planificación estratégica,

Justicia social y negociación colectiva fuerte.

No hubo “mano invisible” construyendo desarrollo, hubo conducción estratégica del Estado acompañando al sector privado para crecer.

El rol del trabajo en la era tecnológica y el sindicalismo del futuro

Un postulado del anarco-capitalista dice: “la tecnología vuelve obsoleto al trabajo humano”, esa idea funciona como herramienta de disciplinamiento social, preparando a los trabajadores a resignar derechos en lugar de reconvertirlos para asumir nuevos roles productivos. Buscan sustentarse en la narrativa del miedo.

La tecnología no elimina trabajo, lo transforma, lo que desaparece no es el trabajo humano sino ciertas tareas; el desafío no es resistir a la tecnología sino conducirla desde un proyecto humano, poniendo dentro del mercado laboral los nuevos empleos que también llegan con ella.

Entonces la pregunta es: ¿quién conduce esa transformación? ¿El capital financiero o un gobierno que apuesta a un modelo de producción y empleo? Ahí entra en juego el mundo del trabajo organizado.

Hoy el sindicalismo tiene una oportunidad histórica, dejar de ser solo un actor defensivo y convertirse en motor del desarrollo productivo nacional, no alcanza con resistir despidos hay que involucrarse en la creación del nuevo empleo, no alcanza con discutir salarios hay que participar en la organización de la producción y la formación a través de la capacitación continua y la reconversión laboral.

El sindicalismo del siglo XXI debe ser firmemente humanista y profundamente productivista. Debe entender que la justicia social no es posible sin productividad, pero también que la productividad no es legítima si excluye trabajadores. La salida no es flexibilizar: la salida es reconvertir y capacitar.

La Argentina no necesita una reforma laboral para despedir más fácil, sino una modernización que garantice derechos nuevos, certezas nuevas y un equilibrio real entre capital y trabajo. Y la creación de un nuevo derecho como la Indemnización por Renuncia, es el camino, lo demás es ruido ideológico.

-Lic. Gustavo Rossi secretario general Unión de Empleados de la Construcción y los Peajes del Interior. ( UDI )

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