Editorial

Tan simple como matar

La implementación del botón antipánico puso cierto manto de tranquilidad a las víctimas de los casos más graves de violencia familiar ocurridos dentro de la provincia de Córdoba. Sin embargo la Justicia debe rever y estudiar más de 1500 presentaciones judiciales por año, sólo en el Departamento Santa María. Todo sería más sencillo si la tarea se limitara a analizar números, sin embargo, no es así. Se trata de madres, tías, abuelas, niñas, niños, adolescentes… vidas humanas que están en riesgo y que no encuentran amparo social para el problema.

Desde los Tribunales de nuestra ciudad advirtieron “que los casos más graves suelen ser los no denunciados, simplemente porque no se manifiestan, y muchos de ellos tienen un desenlace fatal” . El pasado lunes la sociedad fue testigo de un nuevo caso de violencia que tuvo final trágico. Un caso que conmovió y alarmó a la sociedad y que se registró en una tranquila comuna vecina a nuestra ciudad. Una mujer fue agredida por su pareja con un arma blanca, hecho del que logró defenderse y luego el agresor se roció con nafta y se prendió fuego, todo esto delante de la hija de ambos de tan sólo 2 años de edad. Minutos más tarde la casa ardía en llamas. Como consecuencia del acto, ambos fueron trasladados al Hospital Illia de nuestra ciudad para posteriormente ser derivados a la ciudad de Córdoba, donde el hombre falleció horas más tarde.

Tras el hecho, se pudo observar una catarata de manifestaciones públicas en redes sociales y páginas web que plasmaron la noticia. Hubo frases de apoyo a la mujer que fue víctima de la agresión y palabras de repudio para aquel que se manifestó como victimario y luego perdiera la vida. La mayoría fueron coincidentes en la preocupación que genera este tipo de hechos y en la necesidad de buscar una solución al problema. Sin embargo, ¿Hay manera de poner freno a tanta locura? Las estadísticas continúan y aumentan.

Hubo 1236 femicidios en 5 años en la Argentina. Cada 35 horas una mujer es asesinada por un hecho de violencia familiar en nuestro país. En dos años, 703 hijos e hijas fueron víctimas colaterales de casos de violencia, 406 de ellos son menores de edad. De un estudio realizado por el «Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano” se desprende que de las 151 mujeres asesinadas de enero a junio de 2011, 86 perdieron la vida en su hogar, en el hogar que compartían con el agresor y que se convirtiera en escenario del hecho de sangre.

¿Cual es el diagnóstico para tanta violencia?
Buscar una única causa puede ser una inocente manera de encontrar el origen del problema. Evidentemente nos estamos convirtiendo en una sociedad enferma que busca solucionar problemas de autoestima, inclusión o economía a través de la agresión, una agresión sin límites que intenta disfrazar actos de violencia y convertirlos en “justos”. “No involucrarnos nos hace cómplices. Llamar a una puerta para interrumpir una agresión, muchas veces salva una vida, porque al hacerlo estamos impidiendo que el círculo de violencia continúe. Si sabes de alguien en situación de violencia no te calles, involucrate”, manifiesta sobre el tema, un escrito de la ONG “La casa del Encuentro”. Sin embargo aún nos falta mucho, nos falta perder el miedo, formar parte y denunciar, y sobre todo, no dejar de sorprendernos ante cada noticia de este tipo. Perder la capacidad de asombro ante hechos tan aberrantes nos pone a la par de aquel que considera que todo es “tan simple, como matar”

Por Claudia Fernández

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