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Trabajar menos horas: La fórmula que se consolida en Europa y América

Por Laura Cociglio 

*Abogada Especialista en Derecho del Trabajo.

 A través de sus Recomendaciones, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) viene planteando la necesidad de la reducción de la jornada de trabajo, no sólo para preservar la salud psicofísica de los trabajadores y trabajadoras, sino también como medida para frenar el desempleo. 

 Aunque resulte extraño para quienes tienen su horizonte en el país del Norte, en Estados Unidos la semana laboral de 40 horas -8 horas menos que en Argentina- se codificó por primera vez en 1938. 

 En 2021, el diputado Mark Takano (demócrata de California) presentó un proyecto de ley que reduciría la semana laboral de 40 a 32 horas y obligaría a pagar las horas extraordinarias por el trabajo realizado más allá de ese límite. 

 Desde hace varios años, en algunos países de Europa se comenzaron a implementar estas medidas de reducción gradual de la jornada laboral, pasando de las ocho a las seis horas diarias, o incluso menos, sin reducción del salario. 

 Francia y Alemania son ejemplos de ello, pero también en Nueva Zelanda (Oceanía) en el año 2021 se presentaron proyectos en el mismo sentido.  

 En América Latina, en Chile, desde el año 2.005 se redujo la jornada laboral de 48 a 45 horas a la semana, presentándose en el año 2020 un proyecto de Ley que rebaja la jornada a 40 horas semanales. 

En enero de 2023, este proyecto conocido como “40 horas” ha pasado de la Comisión de Trabajo y Previsión Social a la instancia de Hacienda, avanzando así en su aprobación definitiva. 

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) a través del Convenio Nº 47 y su posterior Recomendación Nº 116, ya ha propuesto reducir las horas de trabajo a una semana de 40 horas laborables, para lograr un mayor equilibrio entre la vida familiar y el trabajo. 

 Este tema también fue desarrollado en este mismo medio el 29/09/2020 (https://www.resumendelaregion.com/reducir-la-jornada-laboral-una-formula-que-incrementa-la-productividad-y-mejora-la-salud-del-trabajador/). 

 Actualmente, a nivel global, se están llevando a cabo varios ensayos a gran escala de semanas laborales más cortas.  

 En el año 2022, decenas de compañías en el Reino Unido participaron en la mayor prueba mundial, organizada por “4 Day Week Global” (una semana laboral de cuatro días). El 15% de los empleados que participaron dijeron que “ninguna cantidad de dinero” los convencería para volver a trabajar cinco días a la semana.  

La prueba piloto tuvo tanto éxito que la mayoría de las empresas quieren mantenerla. 

 En estos días, en el inicio del período ordinario de sesiones del año 2023 en el Senado de México, el senador Miguel Ángel Mancera presentó una propuesta para reducir la jornada laboral de las y los trabajadores del Estado. 

 La propuesta del senador, plantea que la jornada máxima de trabajo diurno sea de seis horas y de cinco para el trabajo nocturno, mientras que por cada cinco días de trabajo se deberá disfrutar de —cuando menos— dos días de descanso. 

En Colombia, a partir del año 2023 comenzó a regir la reducción de la jornada laboral.  

Así, por medio de la Ley 2101 de 2021, el Gobierno Nacional estableció una nueva jornada laboral de manera gradual para las y los colombianos, la cual no afectará el salario que devengue cada trabajador y trabajadora, ni afectará los derechos adquiridos y garantes de estos últimos. 

El objetivo de dicha Ley es reducir dos horas cada año, hasta llegar a 42 horas de trabajo semanales, las que podrán ser distribuidas, de común acuerdo, entre empleador/a y trabajador/a, en 5 o 6 días a la semana, para garantizar siempre el día de descanso, salvo cuando las labores sean especialmente insalubres o peligrosas. 

En tanto en Argentina, que es uno de los países con mayor carga horaria laboral en el mundo, desde hace varios años se vienen elaborando proyectos de ley de reducción de jornada laboral, sin resultado positivo. 

 Ha quedado demostrado, a través de numerosos estudios realizados principalmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la reducción de la jornada laboral es necesaria para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y las trabajadoras. 

 Se ha probado también que el aumento de la siniestralidad (como los accidentes laborales) y el crecimiento de las enfermedades psíquicas (fatiga crónica, trastornos y alteraciones del sueño) padecidos por los trabajadores y las trabajadoras, es producto de la extensión y flexibilización de la jornada, tal como la conocemos en nuestro país, y en general, en el mundo. 

 En 2016, cerca de 745 mil personas fallecieron por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica a causa de jornadas laborales prolongadas, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, del 2000 al 2016 aumentaron en un 42% las muertes por dicha causa. 

 Pero la reducción de la jornada laboral, también implica un aumento de los beneficios para las y los empleadores, ya que de esta forma se incrementa la productividad marginal del trabajo, sumado a la creación de nuevos puestos de trabajo. 

 La reducción de la jornada laboral sin reducción salarial, es una necesidad de la clase trabajadora a nivel mundial, que no sólo redunda en beneficios para las y los trabajadores, sino también para la productividad de las empresas. 

 Quienes bregamos por un derecho laboral más justo, construyendo relaciones laborales democráticas, aspiramos a la mejora de las condiciones de vida de las y los trabajadores, sin perder de vista la mejora de la productividad y el crecimiento de la economía. La reducción de la jornada laboral, ha demostrado ser el camino hacia los objetivos propuestos. 

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