Noticias

Una receta familiar y muchas ganas: así creció el famoso puesto de churros al lado de la ruta

María Magdalena Charras, una vecina de Alta Gracia sostiene desde hace más de dos años un emprendimiento que nació de la necesidad y terminó convirtiéndose en su principal fuente de trabajo.

A la vera de la ruta, con muchas ganas y una receta familiar, una vecina de Alta Gracia sostiene desde hace más de dos años un emprendimiento que nació de la necesidad y terminó convirtiéndose en su principal fuente de trabajo.

María Magdalena Charras, comenzó a vender churros en 2023, luego de un accidente en moto que la dejó dos años sin poder trabajar. Cuando intentó volver a la gastronomía —su ámbito de experiencia— las secuelas físicas y emocionales no le permitieron desempeñarse como antes. La exigencia del horario, la responsabilidad hacia terceros y la falta de margen para manejar sus tiempos la llevaron a renunciar.

En ese contexto apareció una oportunidad inesperada: los churros que hacía su hermana. “Nunca me gustaron los churros, pero probé estos y eran buenísimos. Le dije: ‘Probemos en la ruta, a ver qué pasa’”, cuenta.

El primer día no vendieron ni uno. El segundo, tras publicar una foto en grupos de compra y venta de Facebook, la respuesta cambió por completo. La gente reaccionó, empezaron a llegar mensajes y el emprendimiento comenzó a crecer lentamente. Hoy tiene clientela fija, personas que viajan desde otros pueblos y nuevos compradores cada día gracias a las redes sociales.

Su rutina arranca a las cinco de la mañana. Produce, organiza, compra insumos, atiende y gestiona redes. “Emprender ocupa tiempo, energía y exige planificación. Estoy prácticamente de domingo a domingo, siempre que el clima y la salud acompañen”, explica.

Además del churro clásico, incorpora sabores nuevos para mantener activo el negocio. Su creación más conocida fue el churro con peperina, que incluso llamó la atención de medios nacionales. “La peperina me recuerda a mi infancia con mis abuelos, por eso lo hice”, dice.

Aunque la venta es sostenida durante todo el año, reconoce que el comportamiento del público es impredecible: no responde a fechas de cobro ni a estaciones. “Hay días que uno no espera nada y aparece mucha gente. Y otros que deberían moverse más, están tranquilos. Todavía no le encontré el ritmo”, admite.

Además de sostener el día a día, la emprendedora tiene un objetivo claro: convertir su marca en una franquicia. Para eso se está capacitando, aprendiendo sobre habilitaciones, manipulación de alimentos, gestión y las obligaciones formales que requiere crecer. “Al principio uno sueña mucho, pero después aparece la realidad. Por eso ahora voy paso a paso, haciendo todo como corresponde”.

Pese a los desafíos, siente que encontró un camino. “Hoy vivo y trabajo de lo que quiero. No puedo pedir más. Mientras haya salud, lo demás fluye”.

Su puesto al costado de la ruta es, para muchos, un lugar de paso. Para ella, es el resultado de perseverancia, aprendizaje y una decisión clave: animarse a empezar de nuevo.

Mostrar más
 

Noticias Relacionadas

Comentarios:

Botón volver arriba