A pesar de que están a la vista de todos y que se han constituído en un modo de subsistencia de varias familias, las ferias de usados se han convertido en “tierra de nadie” a la hora de blanquear el origen de los elementos que allí se comercializan. Muchos de ellos, claro está, proceden de la compra legal, pero muchos otros llegan al lugar luego del pase de manos que hacen los delincuentes de mercadería robada en lo que se conoce como “el mercado negro”.
Caso testigo
Este fin de semana hubo dos casos testigo que se dieron a conocer en las redes sociales. Uno de ellos fue publicado por una vecina de la ciudad que posteó la foto de la sillita de su bebé que minutos antes habían robado de su comercio, y pedía colaboración para localizarla. Más tarde, un vecino informó que la había visto en la feria de ruta 5, motivo por el cual se dirigieron allí y la localizaron. “Estaba parado en supermercado y vi que pasó un chico con ese huevito de bebé y me llamó la atención. Vi que lo puso abajo de la mesa y lo tapó. En ese momento no lo puso a la venta, pero seguramente lo hizo después”, contó Juan a Resumen, quien fue el encargado de avisarle a la propietaria. El mismo fin de semana, una mujer -que prefirió ocultar su identidad- localizó varias prendas que habían sido robadas de su comercio.
¿Quién controla?
Desde la Secretaría General, manifestaron que el origen de la mercadería “no es juridicción municipal”, si lo es, en cambio, las habilitaciones para que puedan trabajar los feriantes. Fuentes policiales, por su parte, advirtieron que “sólo con una orden judicial” se puede proceder a verificar la mercadería que se venden en las ferias, y debe haber una denuncia de por medio para que se proceda al respecto. Aunque, no se descarta, que algún fiscal pueda trabajar de oficio en caso de que llegue a sus oídos lo que ocurre en algunos lugares a plena luz del día y, como se dijo, a la vista de todos.
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