
Diez listas, los candidatos más jóvenes de la historia y las plataformas más “livianas” que se vieron desde la llegada de la democracia en la ciudad. Poco contenido y muchos discursos utópicos fueron la característica principal de las elecciones 2015. La marca de todo esto se registró en la pelea por el tercer puesto, una pelea mucho más fuerte que aquella que determinaría el próximo intendente. Detrás, hubo traiciones y hasta rupturas… todo en un combo que solo causó debilitación de imagen e indecisión.
Boinas traicionadas
La guerra comenzó en la UCR, casi como un coletazo de las decisiones tomadas en la Convención Nacional del partido celebrada en Gualeguaychú en marzo, donde el centenario partido decidió ir junto al PRO y la Coalición Cívica a las elecciones generales, provocando un fuerte descontento entre los más tradicionalistas correligionarios. Sin demasiado tiempo para digerirlo, los referentes locales se armaron para las internas que ofreció un abanico bastante particular: el ex intendente Mario Bonfigli junto al socialista Rodrigo Martínez; Roberto Brunengo a la par de Hugo Pesci; y Leandro Morer-Germán Rodríguez. Más allá de que las encuestas daban como vencedor al dos veces titular del Ejecutivo, las urnas decidieron posicionar a Morer como el candidato de la UCR, situación que muchos no toleraron (ni toleran). Los enfrentamientos y reproches por una elección “comprada con votos peronistas” no se hizo esperar y el papelón comenzó a rodar en el ambiente. Idas y vueltas que se disiparon (para las cámaras) dos semanas antes del 27 de septiembre, pero que calaron hondo en aquellos radicales que manifestaron por lo bajo la decisión de dar el voto al Socialismo, la misma noche en que el partido cerraba la campaña con un Mestre ausente (porque las encuestas no medían lo esperado) y con un Negri dispuesto a dar pelea frente a más de 2.000 personas.
Todos y todas
A la par, el kirchnerismo local intentaba hacer alianzas con distintas líneas, tratando de agrupar bajo una misma lista al heterogéneo “espacio K” de la ciudad. La foto los incluía, los personalismos no. “El candidato paracaidista”, como definieron a Mauricio Geremía (referente de La Cámpora), fue postulado para representar el Frente para la Victoria, situación que disgustó a varios “compañeros” (Duilio Silva y Clarisa Villares), quienes decidieron conformar otros frentes. “Se llenan la boca hablando de proyectos en común, pero no resignan candidaturas”, les disparó Geremía a modo de devolución. Finalmente el responsable del ANSES quedó quinto demostrando una vez más el poco peso kirchnerista en la provincia.
Para la foto
Unión por Córdoba no se quedó atrás en los armados desprolijos y arrancó su movimiento interno con un “fin de semana negro”, donde no solo trastabillaba la prometida candidatura del vice Facundo Torres, sino que también lo hacía el mismísimo gabinete. ¿Por qué? Porque el intendente de licencia, Walter Saieg, quien había decidido suspender su mandato para asumir como Ministro de Seguridad “porque el gobernador lo necesitaba”, tomó la decisión de volver sorpresivamente a la ciudad. Hubo reuniones, amenazas de renuncia, aliados de uno y del otro lado y turbulencias que se veían plasmadas en expresiones como “todo el gabinete va a renunciar, esto es una falta de respeto, no era lo pautado”. Sin embargo, aquellos que se pintaron para la guerra el sábado, cambiaron carbón por pintura de labios el lunes y una tranquilidad “aparente” comenzó a reinar los días subsiguientes. Torres se postulaba como el candidato de UPC, sin la venia del referente departamental; y pedía licencia a sus funciones mediante una viseral conferencia de prensa donde afirmaba ser “un líder” del partido. “Los peronistas somos como los gatos: cuando parece que nos estamos peleando es que nos estamos reproduciendo”, decía Juan Domingo Perón, y el presagio se cumplió: Walter ungió a Torres y puso como vice a alguien de su familia… como para no perder el control.
Tibio, muy tibio
Por el lado de la segunda minoría, las cosas tampoco estuvieron calmas, y la jugada que utilizó el Socialismo fue, cuando menos, “dudosa”. La unión con un ex intendente procesado por coimas para disputar la interna radical sorprendió, y mucho, ya que se ponía a la par de lo que innumerables veces criticó. La situación fue perceptible para varios militantes que no vieron con buenos ojos la decisión; pero más confuso fue aún cuando a minutos de saber que Bonfigli perdía, saltaban el charco e iban solos a las elecciones con Rodrigo Martínez como candidato a intendente y su suegro, como vice. Consecuencia de esto, el bajo porcentaje de votos obtenidos y la pérdida de la banca.
Avances y retrocesos
Peleas, y uniones que nunca fueron se sumaron al poco contenido que caracterizó a buena parte de las listas en un escrutinio con sabor a poco. Finalmente, los resultados le dieron la derecha a las encuestas y UPC rompió la racha de 5 victorias radicales contra 4 peronistas que traía la historia democrática de la ciudad. Volvió el bipartidismo, que se había roto en el 2007 con la presencia del socialismo como segunda minoría, y las bancas del Concejo solo serán ocupadas por la UCR y UPC, en un claro retroceso democrático. Sorprendente fue la elección de Clarisa Villares, cuyo logro se compara con el de Silvina Bazán en 2011, siendo una fuerza nueva y vecinal que pudo imponerse al aparato del Frente para la Victoria. El radicalismo, por su parte, achicó la brecha con respecto a las encuestas y suma al cuarto concejal, así Germán Rodriguez vuelve a sentarse en el Concejo luego de la tragicomedia desatada tras la interna. Un joven, el más joven de los intendentes desde la llegada de la democracia, se sentará en el sillón de Lepri el 11 de diciembre. Un referente peronista muchas veces criticado por priorizar amiguismos políticos, deberá demostrar que ya cortó el cordón umbilical de su padrino político Hugo Testa, que sabe gestionar sin estar bajo el ala del líder departamental, Walter Saieg y y que ya alcanzó al madurez necesaria para el puesto. Los bandos siguen estando, aunque en la foto se los vea juntos. Facundo Torres es el nuevo intendente de la ciudad, determinado en una elección, en muchos aspectos, ¡histórica!
Por Claudia Fernández.
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