Editorial

Participación: Vuelta de tuerca

 

Hoy vengo a sumar algo a esta afirmación. Hoy vengo a contradecirme, a repreguntarme, a replantearme. No es que dude de lo que alguna vez dije. Es que necesito que volvamos a pensar en ello, no como una verdad absoluta sino con una vuelta de tuerca.

 

No negamos que este año- más que nunca- se ha notado la participación de los vecinos en las cuestiones sociales especialmente en las ambientales. No sólo no lo negamos sino que lo aplaudimos, lo festejamos e incentivamos para que siga sucediendo.

 

Sí. Siempre hay un “pero”.

¿Quién fue a reclamar por el cierre del basural? ¿Quién fue a pedir que se prohibieran las fumigaciones? ¿Quién se reunió para pedir la erradicación de las antenas? ¿Quién hizo una protesta en la puerta de la Muni para pedir que se entreguen  a la gente las tierras del ferrocarril? ¿Quién participó de la audiencia pública para conocer y debatir los destinos de los fondos públicos?

 

Sí. Hay participación social pero sólo cuando el problema nos afecta directa y personalmente. Que hay excepciones, seguro. Pero si se fijan bien, verán que sólo participan de la movilización quienes se ven “tocados” por el problema. Si el problema afecta a muchos, irán muchos. Pero no irá nadie que no esté directamente involucrado. Quedan exceptuados aquí los militantes políticos que aprovechan cualquier agrupación de gente para sacar algún rédito personal.

 

Me refiero a la gente “común”, al barrio. Tal vez sea esto una verdad de Perogrullo, pero interesante de analizar a la hora de pensar que por fin los habitantes de esta ciudad- por momentos tan indiferente- han salido del letargo. Lo que intento que pensemos es que si bien la gente ha salido a la calle a decir “Basta” no hay que leer esto como una verdadera participación social puesto que carece de empatía: sólo se manifiestan los que son parte del problema. No he visto a nadie sumarse al problema del otro. No he visto a nadie mover un dedo por algo que no lo afecta directamente. No he visto a nadie acompañar los problemas sociales cuando no le son propios. Casi que los problemas sociales son los problemas individuales sumados.

 

Por ejemplo, a la marcha de los vecinos de Parque San Juan en contra de las fumigaciones (y otros barrios afectados) sólo fue la gente de Parque San Juan. El de Bº Cámara no fue, porque no le importa. O le importa poco.

 

Exige el cierre inmediato del basural sólo el que vive cerca. El que sabe lo que eso significa. El que lo padece a diario. Al resto le importa poco. Casi nada. Podrá hacer un comentario condescendiente como: “Pobre gente ésta”. De ahí a participar…

Sólo quienes viven cerca de las antenas, piden que se saquen de allí.

Es más. Hay quien cree que sólo quienes sienten tocado su bolsillo salieron a decirle a la presidente No a la reelección. Yo, que he defendido la manifestación popular del 8N, he escuchado que a nadie le importaba si el de al lado no llegaba a fin de mes y que muchos fueron porque les jode no poder comprar dólares con libertad.

 

Se nos cae la idea de la participación popular si lo vemos como un acto egoísta donde sólo priman las necesidades personales e individuales, donde nadie es capaz de pensar en el otro, donde sólo puedo pensar en el otro cuando al otro le pasa lo mismo que a mí.

 

Avancemos. Para crecer como sociedad necesitamos ser más.

El pasado viernes no hubo prácticamente vecinos “comunes” en el debate por el presupuesto. No hubo centros vecinales, ni jóvenes preocupados por su ciudad, ni profesionales dispuestos a replantear. Se estaba discutiendo cómo se va a gastar la plata de los vecinos en 2013 ¿A nadie le interesa? Reclamaríamos ese derecho si no lo tuviéramos pero se convierte en una mera formalidad burocrática si no se usa el espacio de participación para participar. Sólo representantes de los partidos opositores al gobierno estuvieron presentes.

 

Aún nos falta la empatía, esa capacidad para ponernos en el lugar del otro, para sentir con el otro; no sólo estar con el otro cuando le pasa lo mismo que a mí sino cuando entiendo que necesita mi apoyo, mi presencia.

 

En este tiempo de balance, también debe haber un tiempo para mirarnos como sociedad. Pensar por ejemplo, que si pienso que algo debe cambiar debo empezar por cambiar.

 

Tal vez en 2013 estemos todos. Eso sería maravilloso.

 

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