Según la denuncia, esta organización ilícita dedicada al criptodelito comenzó con sede central en Bulgaria. Luego empezó a extender ramificaciones a lo largo del mundo. Entre ellas, Córdoba.
En ese marco, la firma OneLife promocionaba la criptomoneda OneCoin con la promesa de ganancias millonarias. De este modo, lograron captar miles de inversores en Córdoba y el monto de la estafa sería millonaria. Es decir, le vendían a la gente un paquete prometiendo que su valor iba a aumentar. El paquete mínimo era $140 euros y si traías a otra persona tenías un porcentaje de él, era una flor de la abundancia.
La tarea de seducción comenzaba con la invitación para ser parte de este emprendimiento. Pero antes de convertirse en inversor, había toda una tarea previa para captar la confianza de las potenciales víctimas de la estafa.
La puesta en escena consistía en aparatosas y lujosas reuniones, congresos, charlas, cenas y mega eventos que se realizaban en Córdoba, Buenos Aires, San Luis y hasta en Río de Janeiro, con la intención de demostrar solvencia con bienes y empresas. El objetivo era que la gente fuera creyendo que el emprendimiento era real y tenía sustento.
En Córdoba las reuniones se hacían en el Hotel de La Cañada y en el Sheraton. Entonces, la primera denuncia, y que a partir de allí inició la investigación judicial en junio de este año, fue de un inversor cordobés que llegó a entregar 70 mil dólares en el negocio, con la esperanza que el 8 enero del 2019 esa criptomoneda que había adquirido llegaría a tener una cotización muy superior en el mercado de valores de Hong Kong.
Luego se demostró que esa supuesta cotización nunca existió, es decir, esa moneda digital nunca nació.
Antes de llegar a presentarse en los tribunales, el denunciante hizo mediante sus abogados Pedro Despouy Santoro y Eduardo Capdevila, un requerimiento a los responsables de OneLife para que rindieran cuenta de las inversiones y para que le devolvieran el dinero. Después de ese pedido, los referentes en Córdoba de la empresa desaparecieron.
Ante la desconfianza, que cada vez se hacía más evidente, entre los inversores y la pérdida de fuerza de OneCoin, el denunciante empezó a advertir que los responsables de la firma habían comenzado a desarmar esa estructura y le estaban renovando el nombre con una nueva firma llamada SevenCoin.
Según la fiscalía, se pudo establecer que Eduardo Alejandro Taylor y el contador Gustavo Amuchástegui serían los jefes de la organización.
En una línea por debajo estarían Andrés Matías López, y el conocido locutor local Edgar Moreno.
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