El primer tren llegó en 1891 a Alta Gracia. En ese tiempo, la Casa de la Cultura estaba recién edificada. Si bien había construcciones como la Iglesia, el municipio y las estancias del Potrerillo, lo demás era monte. Juan Carlos relató que el ferrocarril llegó en ese momento porque en la ciudad necesitaban animales, que eran traídos de las sierras. “Yo vine a alta gracia en el año ‘75 como ayudante del conductor, a los 26 años. Los trenes que circulaban eran tanto de carga como de pasajeros”.
En ese entonces había 8 frecuencias diarias para el transporte de personas, y el tren tenía dos trayectos, uno que pasaba por Río Segundo, Lozada, Rafael García, Alto Fierro y Alta Gracia, y otro de Rafael García y que pasaba por Bower a Córdoba. El tren, que poco a poco dejó de funcionar, era utilizado como transporte para llevar agua potable a otras localidades vecinas, como Pilar y Villa del Rosario.
«En el ‘75 había un solo tren, que venía a la mañana y se iba a la tarde. Cuando Alta Gracia empezó a crecer, venía gente con asma y que tenían mucho dinero. En ese entonces construyeron el Sierras Hotel pero les quedó chico para alojar a la gente, entonces hicieron los hoteles detrás del sierras, y después las colonias. Como los ferroviarios también querían venir a pasear, el gerente les hizo el Hotel Quinta La Florida al lado de la estación”. Por esa época, Villa Oviedo era un barrio para ferroviarios, fundado exclusivamente para ellos.
En Alta Gracia, Juan Carlos comentó que eran varios los trabajadores que estaban de forma permanente, ya que había muchos trenes de carga, de los que salían dos por día. “Había mucho trabajo”, expresó el ex maquinista. Sin embargo, relató que a partir de 1955, el ferrocarril empezó a “venirse abajo”. “El tren era la alcancía dorada del Gobierno. Cada vez que alguien había un juicio por daños o perjuicios, pagaba el Estado, entonces empezaron a decir que dábamos pérdida y ahí fue cuando Menem aprovechó y privatizó todo”, señaló el responsable del museo.
En el año 2009 fue inaugurado el Museo del Ferrocarril, donde Juan Carlos organizó una exposición de los restos de la vía del ferrocarril. Cavó él mismo los durmientes y los barnizó para que pudieran ser bien apreciados. “Es la parte más fea que tenemos, y podría ser la más linda. Está muy descuidada esa zona. Hay predisposición, pero no hay bandera verde desde el municipio”, finalizó Bustos.
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