Política

Funcionarios públicos que prefieren que su función no sea pública

En los últimos días surgió la información de que Duilio Cabanillas, actual militante de las fuerzas libertarias del presidente, era el flamante titular de la agencia de PAMI local, reemplazando a Daniela Ferrari como jefe de dicha repartición nacional. A pesar de los repetidos intentos de este medio por comunicarse con el nuevo titular, no ha contestado ni el teléfono ni devuelto los mensajes, faltando a las mínimas convenciones sociales, pero agravado por su carácter actual de funcionario público. Desde su entorno se dejó saber que tenía preferencias por un medio local y al resto no iba a responderle, dando un pésimo ejemplo desde el espacio político que integra, negando la libertad de informar y responder sobre sus obligaciones al vecino a través de la prensa.

Indudablemente la extitular del PAMI, Daniela Ferrari también prefiere el silencio sobre su coyuntura actual. Ya que lejos de cumplir sus dichos al ingresar a la repartición, donde afirmaba que “yo vengo a hacer una gestión de cuatro años y me voy, no vengo a quedarme”, hoy goza de los beneficios de pertenecer a la planta permanente del estado. A pesar de versiones periodísticas que afirman que “hizo el trámite” para quedarse, la realidad es que el PAMI no tiene personal temporario ni contratados, por lo cual el personal ejecutivo ingresa a la agencia con carácter de planta permanente.

Eso no quita que la ciudadanía siga esperando que, por cuestiones éticas, un funcionario que obtuvo su cargo gracias a la política ponga a disposición su renuncia cuando el poder cambia de manos, y no busque esconderse en un conchabo político, especialmente cuando viene viviendo del estado desde hace décadas como es el caso de Ferrari. Y según se pudo saber, la ex titular de la agencia no solo tiene asegurado el sueldo sino que para prevenir cualquier desplazamiento (como sí sufrieron otros funcionarios como Chiotti de ANSES o Cantarini del Pami) se habría convertido en delegada sindical, asegurando su carácter de “intocable”. El pasado común militando en las filas de Walter Saieg de Cabanillas y Ferrari también genera preguntas sobre si esto responde a algún tipo de acuerdo por debajo de la mesa.

Cabanillas no es el primer funcionario público que decide no hacer pública su función, ya que de la misma escuela irrespetuosa de partidarios de la censura informativa, los medios de comunicación y los vecinos sufrimos el destrato de la directora de la oficina local de otra repartición nacional. Marisa Diez de los Ríos, titular de ANSES en nuestra ciudad se ha negado a dialogar con este medio en repetidas oportunidades, cerrando el diálogo con la muletilla “toda la información la pueden sacar de la página oficial”, como si su cargo y su sueldo no incluyesen la tarea de informar al soberano sobre el funcionamiento de la repartición que tiene a su cargo.

¿Acaso el carácter público de la función que cumplen no debería ponerlos a disposición del ciudadano que sostiene al estado del que cobran sus sueldos? Argentina le dio un fuerte mensaje a la corporación política en noviembre pasado, pero varios dirigentes y funcionarios (incluso “del mismo palo” del presidente defensor de la libertad) no están a la altura del desafío.

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