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“Afinar la orquesta”

Por Juan Carlos Gamero. Llegamos al Mundial convencidos de que teníamos a los Cuatro Fantásticos en quienes depositábamos toda nuestra esperanza, ya que en el fondo éramos un desastre. “Será cuestión de hacer varios goles para tapar los horrores defensivos”, decíamos…
Y la realidad nos pegó un cachetazo. Resultó ser que Romero, Zabaleta, Demichelis, Garay, Rojo, Biglia y Mascherano fueron un frontón pura pulcritud en el juego y un cojón en cada botín.
Y que de aquellos cuatro fantásticos, sólo chispazos, apenas lucecitas que se prendieron y apagaron. Que hicieron ruido de a ratos y que lejos estuvieron de brillar en los momentos más importantes.
Nos guste o no, esa fue la realidad. Y no se trata de negar
estúpidamente las dotes futbolísticas y técnicas de nadie. Uno, como periodista, debe reflejar lo que a su entender vio en cancha. Con la pelota, sin la pelota. A la hora de hablar, a la hora de convencer, al momento de confrontar. A la hora de los bifes, para decirlo en criollo.
Una orquesta, para que suene bien, debe ser una conjunción de sonidos.
Por ello, los violinistas deberán tocar afinadamente, los vientos
entrar a tiempo y el tipo del gong, golpear cuando corresponda.
De nada sirve que solo toquen los violines. Ni que solamente se
escuche el bombo. Todo debe sonar “a tempo y coordinadamente”.
La actuación de Argentina, más allá de un loable subcampeonato, me
dejó la extraña sensación de que algunos instrumentos.

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